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AMANECE EN MERCURIO

AMANECE EN MERCURIO

Archivos mensuales: marzo 2020

CORONAVIRUS, DIA DIECISIETE

31 martes Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN

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CAPUCHINOS, CESARES, MEMENTO MORI, PALERMO, ROMA, TEMPERA, TEMPORA, TEMPORE, TRIUNFOS

“- ¿Quién eres tú?
– La muerte.
– ¿Es que vienes por mí?
– Hace ya tiempo que camino a tu lado.
– Ya lo sé.
– ¿Estás preparado?
– El espíritu está pronto, pero la carne es débil. Espera un momento.
– Es lo que todos decís, pero yo no concedo prórrogas.
– Tú juegas al ajedrez, ¿verdad?
– ¿Cómo lo sabes?
– Lo he visto en pinturas y lo he oído en canciones.
– Pues sí, realmente soy un excelente jugador de ajedrez.
– No creo que seas tan bueno como yo.
– ¿Para qué quieres jugar conmigo?
– Es cuenta mía.
– Por supuesto.
– Juguemos con una condición: si me ganas me llevarás contigo, si pierdes la partida me dejarás vivir.
– Las negras para tí.
– Era lo lógico, ¿no te parece?”

Diálogo inicial de «El Séptimo Sello» (Bergman – 1957).

Anoche encontré un momento de paz para ver este filme (Amazon Prime), que narra la historia de un caballero sueco que vuelve de las Cruzadas y se encuentra el reino asolado por la peste. A partir de ahí sigue una reflexión continua sobre el significado de la vida y el terror que a este personaje le causa pensar que, después de todo lo vivido, no haya nada.

En el decimoséptimo día de este tiempo suspendido se han establecido limitaciones en el servicio de los tanatorios, a la presencia en velatorios; se prohíben besos y abrazos de condolencia. Muchas personas estaban muriendo sin el consuelo de sus familiares y ahora éstos tampoco tienen el descanso de poder despedirlos con un funeral.

La muerte siempre camina a nuestro lado. Solo que ahora parece más cercana, contabilizada a diario por centenas. Seguro que conoces a alguien que está pasando por ese trance. Yo sí. Mis condolencias. Y mi deseo para tí y los tuyos es que, cuando esta peste se nos despida con un «hasta la próxima», podamos celebrar la vida.

Hoy ha sido un día de pensamientos macabros, de notar cómo la muerte danza a nuestro alrededor. Pero la muerte no tiene por qué ser algo sombrío o siniestro. Me he acordado del cementerio de Palermo y las catacumbas de los Capuchinos. Para el que no haya oído hablar de ese sitio le apunto que allí hay más de ocho mil cuerpos momificados, clasificados por sexo, edad y profesiones; se exponen vestidos con los ropajes que eligieron antes de morir. Porque, en lugar de ser enterrados (o incinerados), quisieron estar siempre presentes. Cuando estuve oí la historia de que algunas familias llegaban a compartir celebraciones señaladas con sus momias. Una manera de despedirse, pero sin terminar de irse. En España, en cambio, a los muertos los sacamos de nuestras vidas y los enterramos en cementerios situados a las afueras de nuestros pueblos y ciudades.

Recordé esta mañana también la imagen de la niña Rosalía, su cuerpo de dos años incorrupto y ese lazo que le dejaron en el pelo; como el que llevaba mi hija cuando tenía esa edad. La urna está accesible, en un pasillo de esas catacumbas: cuando enfrentas tu rostro al suyo, casi la notas respirar. Sus padres y el resto de su familia morirían después, pero ella parece que sigue durmiendo su sueño eterno. Como el de la primavera siciliana.

O la romana. Porque hoy ha sido tiempo de recordar también mi último viaje a Roma, donde celebramos la vida mirando al Coliseo y, asimismo, donde recordamos que somos mortales. Así se lo decían a los césares (memento mori) cuando celebraban sus triunfos; así lo vivimos en la Iglesia Santa Maria della Concezione dei Cappuccini y su galería visitable de cuerpos momificados. Justo enfrente, tres ventanas con la leyenda: «TEMPORA. TEMPORE. TEMPERA».

No se entiende la vida sin tener presente la muerte. Y me gustaría creer que en algún momento también lo llegara a pensar el «San Francisco meditando» de Caravaggio que se esconde esa iglesia romana.

El tiempo suspendido también es tiempo de prórroga.

Hace tiempo que moví mi peón. Te toca hacer el siguiente movimiento.

 

 

 

 

 

 

 

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CORONAVIRUS, DIA DIECISÉIS

30 lunes Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN

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ANTICOMUNISTAS, BALCONING, CDR, CUBA, DELACIÓN, HIBERNACION, LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS, MACARTISMO, OSOS

Lo dijo Hamlet: «Ser o no ser». Lo dijo Paul Samuelson: «Cañones o mantequilla». Esa es la cuestión.

En el decimosexto día del este tiempo suspendido se apuesta ya por los cañones. Todo el sistema productivo nacional entra en «hibernación» (sic). Como los osos.

Los Amancios y los Armanis, no obstante, se han reciclado y andan poniendo sus emporios al servicio de la colectividad. Chicos listos, además de generosos. De esa manera sus negocios siguen siendo esenciales, mantienen la actividad y, de paso, el empleo.

Yo solo tengo que darles las gracias. Porque bien podrían haberse recluido en una isla privada y desentenderse del problema. No nos engañemos. Además de filántropos, tienen detrás a un buen equipo de comunicación. Bien que hacen. «Que lo olvidao, ni agradecío ni pagao«.

No sé si será un bulo, pero leo también que el petróleo entra en ¿precios negativos? Derivada lógica, dado el parón general de toda la economía. De pronto, las grandes reservas pueden ser un estorbo porque no se queman apenas combustibles fósiles. En Madrid desaparece la boina de contaminación y hasta se recupera la capa de ozono a niveles de hace 30 años.

Economía, Ecología y, también, Derecho. Se publican artículos sobre si es legal o no difundir imágenes grabadas desde el balcón a personas que se saltan el confinamiento. Personas que son detenidas por ¡salir a correr! Quién lo hubiera dicho.

Las palabras empiezan a mudar también de significado. Por ejemplo, «balconing», que ya no es tirarse a la piscina en un hotelucho de las Baleares. El «balconing», ahora, es agazaparse y apuntar al vecino con el móvil.

Antes de que en Cataluña se popularizaran los «CDR», en Cuba ya existía un sistema homónimo (Comités de Defensa de la Revolución) que, con la excusa de organizar el mantenimiento de edificios, la limpieza de calles, la separación de residuos, el patrullaje nocturno de vigilancia… con esa excusa, dicen, se creó una estructura que vigilaba y controlaba la vida -pública y privada- de los vecinos.

Delación entre vecinos que tampoco ha sido propia o específica de una ideología. Porque en el lado opuesto, en Estados Unidos y en tiempos del «macartismo», sucedía otro tanto, en este caso frente a los comunistas. El cuerpo social podría estar infectado por los otros, por los traidores y los desafectos. O como los judíos, a los que los nazis llamaron, sin ambages, «el bacilo disolvente de la sociedad».

En esta hibernación, los osos que no se reciclan tendrán que dormir la cuarentena mientras que se despiertan otro tipo de alimañas.

De pronto, tu vecino se puede convertir en tu enemigo.

Este tiempo suspendido empieza a parecerse mucho a «La invasión de los ultracuerpos» (1978).

Las calles vacías.

Solo se escuchan los pájaros…

-Matthew, Matthew…

 

 

(Felices sueños)

 

 

 

 

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CORONAVIRUS, DIA QUINCE

29 domingo Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN

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BRASIL, IBN ARABI, MUSICA CANI, NACE FENICIA

-Y le han puesto hasta un nombre.

-¿Sí? ¿Cual?

-Suart Little.

«Si tiene nombre es más fácil encariñarse con él», pienso.

-Es que es un ratón muy listo…

-Seguro que «colorao»– interrumpo. Y me lo confirma:

–Así es. Un ratón de campo que hace bueno el dicho. No se deja atrapar.

En el decimoquinto día de confinamiento, en este tiempo suspendido, compruebo que hay personas que han pasado de vivir al ralentí a llevar el motor con las revoluciones en la zona roja. Me hablan de actividad frenética, de muchas horas extra. Faltan manos y faltan recursos. Pero ahí están, dándolo todo.

-Esta noche, de vuelta a casa, me encontré dos conejos. Y la pasada, con la lluvia, había sapos.

-Cuidado con la carretera -balbuceo antes de colgar.

En su antigua empresa han despedido a las que hasta hace no mucho eran sus compañeras. A todas. Han tenido que cerrar. Está claro que fue una suerte que a ella la echaran la primera, antes de que se desatara la crisis. Y que enseguida encontrara acomodo en otra.

-Son muchos kilómetros diarios, pero me compensa -recuerdo que me dijo en su día.

La historia de mi amiga me recuerda el famoso cuento zen de «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!», el que aparece al final de la película «La Guerra de Charlie Wilson» (para el que no lo conozca, lo puede consultar, por ejemplo, en el blog de Alex Rovira).

A pesar del sol y de la hamaca, no todas las conversaciones son tan amables.

-Están quitando respiradores a ancianos para salvar a otros más jóvenes.

-¿Seguro que no es un bulo? No me jodas, que eso pasa en Italia o en Holanda; pero, ¿en España también?

-También. Es el protocolo a seguir. Pero no se comenta. Aun no. Tienen los nervios destrozados: sienten que están decidiendo la muerte de otros.

La noticia contrasta con el azul del cielo, con las risas y juegos infantiles que se oyen en el edificio de enfrente. Con los cánticos de cumpleaños feliz. Me incorporo, incómodo, de mi hamaca. Ah, mi hamaca…

«Vista desde abajo parece una nave fenicia. Pero sin el peligro de que Poseidón te trinche» -me apunta un amigo que la ha visto en mi estado de guasap. «En esta hamaca lo que viaja es la imaginación. No hay peligro» -le digo.

Casi todo el día lo he pasado -o más bien gozado, me atrevería yo a decir- en mi terraza. No tiene vistas al mar, ni a la sierra. Pero me basta. No sé si es por la lluvia o porque no circulan apenas vehículos, pero el aire que se respira es una maravilla.

Con buen ánimo y cargado de energía hasta me he atrevido con un libro sobre el místico murciano Ibn Arabi que, paradoja, me traje de la librería más bonita de Buenos Aires, el Ateneo Grand Splendid. Me lo había reservado como delicatessen, para un momento como este; porque es de lectura compleja, muy densa. Y en esas estoy cuando un impresentable aparca su coche debajo, abre la puerta y pone música macarra a todo lo que da la mata.

Mi primer impulso es netamente homicida (tengo a mis pies un macetero que pesará unos ocho kilos), pero mis ojos se posan en el libro que tengo en mis manos:

Oh tú, que buscas el camino que conduce al secreto, retorna sobre tus pasos porque es en ti mismo donde se halla todo el secreto

Así que se lo recito al cani que, para mi sorpresa, un minuto después cierra la puerta de su coche y se mete justo en el garaje en enfrente.

Va a resultar que sí, que la fama del místico, del ilustre paisano, es más que merecida.

Con el cambio de hora, los aplausos se hacen hoy de día. Poco antes de la hora convenida, las 20:00, el personal de mi barrio ya se llama gritando «hola, holaaa». Desde mi terraza he estado oyendo todo el día cómo los perros se llaman también unos a otros. Tienen que estar alucinados con sus dueños.

Desde Brasil y también por guasap, recibo noticias e imágenes de un confinamiento aún más cómodo que el mío. Les ha pillado en la segunda residencia, con las nietas, la hija y su marido. «Que están bien» -me dicen- «que bajan todos los días a la playa. Que hace sol y no hay lluvia». Y que esperan que, al tener sol todo el tiempo, la epidemia pase mucho más rápido que acá, en España.

-Mira, mira, si hasta hemos podido hacer una paella… brasileira.

Y me manda una foto. Paella brasileira. Madre de Dios.

 

CODA: de cara a las nuevas restricciones y según el BOE, parece que los servicios legales se consideran esenciales.

¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!

 

 

 

 

 

 

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CORONAVIRUS, DIA CATORCE

28 sábado Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, ORGANIZACIÓN

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CORTÁZAR, DAVID PEACE, RED RIDING

Sábado de abrir los ojos y remolonear en la cama, de no levantarme hasta que suena el despertador (los findes lo tengo puesto a las 08:30 a.m., dos horas más tarde de cuando suelo despertarme). Cuando se puede -y ahora se puede- da gusto quedarse un ratito leyendo. Son cosas que, antes de que llegara este tiempo suspendido, eran todo un lujo. Así que por qué no aprovecharlo.

Releo el cuento «La casa tomada», una joya de Julio Cortázar. Y cuando lo termino reflexiono: ahora somos nosotros los que hemos “tomado” nuestras propias casas. Nos hemos convertido en “los otros”, en los “extraños”, en los visitantes… en los “okupas”. Somos fantasmas asustados vagando por un pasillo.

Esta mañana amanece con un sol radiante; cuando me canso de la lectura me pongo manos a la obra y, antes que nada, le pego un buen repaso a la terraza. Es una de las cosas que me encantaron del piso donde vivo que, como he dicho antes, disfruto muy poco por las prisas del día a día. La faena incluye labores de «peluquería», esto es, sanear las puntas de mi «Pinchosa», que con ese nombre llamo a la única planta que me ha sobrevivido todos estos años (atrás quedaron «Tina» y «Zumba», descansen en paz). El remate vendrá con la extensión de mi hamaca (regalo de Brasil, obrigado) y todo listo para «salir de finde». Que es sábado, qué narices, y hoy no trabajo.

Con la limpieza aún a medio, avisa mi teléfono móvil que hoy, como todos los sábados, tengo clase presencial de spinning. Qué risa. En el móvil otro mensaje gracias al cual caigo en la cuenta de que llevamos ya catorce dias de cuarentena y, no teniendo síntomas, en sí misma es una buena noticia. Vamos bien.

Es pronto para decirlo pero a lo mejor no vuelvo más al gimnasio y, para cuando esto pase, me planteo seguir haciendo las rutinas en casa. Será por vídeos y aplicaciones… Ole por los visionarios, por los que se adelantaron e invirtieron. Ni ello se lo podían imaginar, claro, pero ahora tienen su premio. Como sucede también con «Bizzum» (pagos con el móvil; mamá, toma nota). O con «Zoom», plataforma para videoconferencias cuyo servidor tiene que estar echando humo.

Otra que se va a hacer famosa -si ya no lo era- es la voz chillona y desagradable del Spotify. Esa que te suena a mitad del Chi Kung para molestar e invitarte a que te hagas «Premium».

Me he tomado en serio lo de «no salgas de tu puta casa»; tanto que, hoy, despues de cinco días sin ni siquiera salir al rellano, he vuelto a pisar la calle, y solo para tirar ¡cinco bolsas de basura! (desde el punto de vista de la sostenibilidad esto hay que hacerselo mirar, porque aquí solo vive una persona…). En el ascensor he pensado «si me ve la Policía, me detiene seguro», pero no por incumplir la norma, que no era eso, sino porque espejo me devolvía la imagen de un ninja: solo se me veían los ojillos.

Y parece que la tónica va a ser esa porque, entre película y película, leo esta noche que a partir del lunes se le va a dar otra vuelta de tuerca al confinamiento.

Hoy termino mi diario antes que de costumbre, porque estoy enganchadísimo con una trilogía de películas llamada «RED RIDING» (Amazon Prime), basadas en otras tantas novelas que David Peace ambientó en la Inglaterra de los años 70 y 80, los años duros de la Sra. Tatcher. Novela negra con tintes sociales que, cuando la leí, me gustó mucho y cuya adaptación al cine está a la altura.

Estoy tranquilo, no obstante, porque todavía sigo siendo parte de ese club que todavia no ha visto «Juego de Tronos»; pero me preocupa, eso sí, que pase este tiempo suspendido y termine enganchado a Netflix. No es que tenga nada de malo eso, al contrario, pero es que me acuerdo de un meme que circulaba hace un año y decía algo como esto:

-¿Qué tal tu vida amorosa?

-Veo muchas series.

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CORONAVIRUS, DIA TRECE

27 viernes Mar 2020

Posted by Time Advocate in Sin categoría

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Y como hacen los presos en sus cárceles, vamos añadiendo palitos en la pared. Con este de hoy, llevamos ya trece.

Dicen que trece es el número de la mala suerte. Pero depende de dónde lo digas. En Vietnam, como en el resto del Este de Asia, la fobia es con el número cuatro. Lamento no tener memoria para eso, pero no recuerdo en este momento si en los hoteles en los que me alojé figuraba el piso cuatro entre los números del ascensor. La verdad es que estaba más pendiente de subir a la piscina de la última planta que de otros detalles.

El actual skyline de Hanoi no tiene nada que envidiar a los de otras grandes urbes, jalonado de torres y más torres en construcción que pugnan entre sí por ser la más alta.

Me acordé, entonces, de las torres de San Gimignano, en La Toscana, el pueblecito italiano que los cursis llaman «el Manhattan del medievo». Y me acordé porque, en el fondo, no deja de ser siempre la misma historia repetida siglos tras siglos: ese tipo de torres representan el orgullo, la soberbia… el poder.

Durante años, sin embargo, el «alojamiento» más famoso de todos era el llamando «HANOI HILTON HOTEL», nombre que le pusieron a la cárcel de Hoa Lo los prisioneros estadounidenses en «su» guerra de Vietnam. Y digo «su» guerra porque los vietnamitas han tenido varias: chinos, franceses, norteamericanos… Y de todas salieron adelante, no sin grandes sacrificios. Todo un ejemplo para nosotros en las actuales circunstancias.

Como también lo fue, todo sea dicho, el comportamiento de algunos ilustres prisioneros de guerra americanos, como Charles PLUMB (seis años preso), cuya historia conté aquí hace tiempo y puede consultarse en esta entrada de mi blog. O la de Jeremiah DENTON (ocho años preso), conocido porque, al ser obligado a realizar una conferencia televisada como prisionero de guerra, aprovechó la oportunidad para confirmar que estaban siendo torturados y para ello parpadeó varias veces sus ojos durante la entrevista, deletreando en código morse la palabra T-O-R-T-U-R-E (Tortura).​ No puedo dejar de citar, tampoco, al ya fallecido senador McCAIN, quien a punto estuvo de ser Presidente de los Estados Unidos y estuvo nada menos que cinco años preso.

Todos tienen en común que salieron adelante. Y para hacerse una idea de las circunstancias que afrontaron, me remito a la película «El Cazador», de Michael Cimino, con Robert de Niro y Cristopher Walken. ¿Quién ha olvidado las escenas del juego de la ruleta rusa?

Pero para películas de prisioneros de guerra, mi favorita, «La Gran Evasión, que para colmo también está basada en hechos reales. Ahora sería un buen momento para revisitarla. Los prisioneros aliados, así se relata, en ningún momento perdieron su dignidad, respetando el rango, la disciplina y hasta celebrando desfiles.

Como paradoja (lo dejo para quien la quiera ver), en ese campo de prisioneros el castigo era lo que llamaban ¡nevera!

Justo lo contrario de lo que nos pasa a los confinados por el dichoso cornavirus y que, después de «hacer inventario» de lo que hay en la mía, mamá por favor, tranquila, atenta al código morse: tengo-para-un-par-de-semanas.

 

 

 

 

 

 

 

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CORONAVIRUS, DIA DOCE

26 jueves Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, MOTIVACIÓN, ORGANIZACIÓN

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ALGAS, ÍNDICE BIGMAC, CAPPUCCINO, CASTEL DELL OVO, DOS CABALLOS, IDRISI, MAPAS, NAPOLES, PTOLOMEO, REFRANES, VESUBIO

En el sueño de esta mañana -ese que aún se recuerda cuando abres los ojos- soy el propietario de un viejo «dos caballos». Se lo he dejado a un carrocero para que me lo ponga otra vez en solfa, acondicionándolo por fuera pero, sobre todo, por dentro: lo tenía arrumbado en un corral donde lo usaban las gallinas para corretear y hacer en él sus necesidades. Estoy seguro que he tenido que arrugar la nariz durmiendo porque, en mi sueño, olía a demonios.

Cuando me lo entrega, con la carrocería pulida y adornado con cromados, el viejo «dos caballos» reluce bajo el sol y, por dentro, de sus asientos retapizados se aspira ese inconfudible olor a coche nuevo. «Son mil euros» -me espeta el paisano, mientras me extiende un recibí en un talonario sin memebrete y añade: «Conste que te hago precio de amigo; que he tenido que recorrerme muchos desguaces para buscar las piezas; y, a lo que me las cobran, apenas me va a quedar margen para convidarme en el bar».

Ahí, justo en ese momento, se me ha descosido el relato; porque -me digo- este tío me está engañando. No puede ser cierto lo que me cuenta porque, ahora, en este tiempo suspendido… no hay bares abiertos para almorzar ni convidarse.

Nunca he tenido gallinas, ni corrales y, ni mucho menos, un «dos caballos». Así que pienso que el sueño tiene más que ver con el reciclaje: una alegoría del volver a lo antiguo, a lo usado. De eso saben, y mucho, en Buenos Aires, donde florecen los mercados de segunda mano, las librerías de viejo; donde una empresa tipo Wallapop, llamada «MERCADO LIBRE», cotiza por las nubes. Me permito un apunte economicista: como allá el valor de la moneda fluctúa mucho y nunca estás seguro de lo que puedes comprar con tus pesos, recuerdo una tienda en la que me dijeron que comparara el precio que marcaban con el de esa web. Y que no lo iba a comprar más barato. «Ríete tú del famoso índice BigMac» -pensé.

Me desayuno con algunos comentarios -amables, afectuosos…-, sobre este blog donde, a modo de diario, todas las noches me entretengo juntando unas cuantas letras sin ninguna finalidad concreta. Comparado con lo que publicaba antes me quedará como una cápsula de tiempo, un paréntesis -espero que no muy extenso- entre dos vidas de perpetuo arrebato. Apuntes para releer cuando los relojes recuperen su vida y marquen otra vez las horas.

Ahora echamos de menos esos ratos en los que hacíamos eso, andar por andar, sin un rumbo concreto. Como cuando estuve en Nápoles, por ejemplo, y me dio por subir al Vesubio. La tarde anterior habia pasado por Pompeya, que era el único «fijo» de esa etapa, y me relajaba tomando un cappuccino en el Castel dell’Ovo, una fortaleza desde la que escuché cómo me llamaba el volcán cuya silueta me recordaba el famoso dibujo de El Principito. Solo que más achatada en sus formas. «Ven, veeen…» -me susurraba-. Así que decidí acercarme. Subí y subí con el coche hasta donde me permiteron. Aparqué y me deje llevar hasta la falda en una furgoneta lanzadera. Una vez allí, previo pago de la entrada, seguí subiendo a pie hasta el cráter que rodeé hasta que se acabó el sendero y me tuve que dar la vuelta. Más o menos como Forrest Gump cuando salió a correr y llegó hasta el mar. Solo que, en este caso, se desató una tormenta terrible y los que por allí andábamos tuvimos que refugiarnos en un chiriguito a esperar que escampara. Cuento todo esto porque imagino que con el blog pasará lo mismo. Un día se acabará el confinamiento, todo habrá llegado a su fin y no me quedará otra que descender del volcán.

Hoy he notado cierto desánimo y no solo porque no hay tantos memes. Te lo dicen abiertamente y entonces es cuando lamentas no poder más que mandar un abrazo virtual. Pero si esto parece duro y aprovechando que en mi relato me he pasado por Nápoles, recomiendo releer, por ejemplo,»La Piel», de Curzio Malaparte. O el «Ensayo sobre la ceguera», de Saramago. Más que por nada por comparar situaciones. Y, lo puedo asegurar, salimos ganando.

Quizá mi manera de expresarme no sea la de retuitear memes ingeniosos y tampoco soy de lo que gustan hablar mucho por teléfono. Es posible que sea porque lo tengo asociado al trabajo, nunca con el ocio o el divertimento. Y hablando de teléfono, el mío me avisa que me pase por el IKEA a comprar unos marcos para enmarcar un par de mapas que me compré antes de que se desatara la crisis.

Se quedará pospuesto, para cuando se pueda. Porque, aunque me dejaran salir, apenas he tenido un respiro hoy.

Termino la jornada como si hubiera estuviera corriendo por un playa sobre algas podridas. Cansado y con la sensación de no haber llegado casi a nada.

Pero con margen aún para una última sonrisa.

En este tiempo suspendido, en este mundo al revés, donde las personas están enjauladas y los pájaros volando, resulta que se van a cambiar hasta los refranes. Porque, visto cómo se las gastan algunos comprando test para el coronavirus, se acabó lo de decir eso de que «lo han engañado como a un chino».

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CORONAVIRUS, DIA ONCE

25 miércoles Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, ORGANIZACIÓN

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ALIMENTOS, AMERICA DEL SUR, ARNHEM, AYUNO, BORGES, BUENOS AIRES, ESTADO DE FLUJO, MARIA KODAMA, MARKET GARDEN, PECUNIA NUMERATA, RUTINA

Me viene muy bien citar hoy a Eduardo Galeano y su «Libro de los abrazos». Lo comienza con la palabra «RECORDAR», cuyo origen es la latina «recordari» y que está formada, a su vez, de re (de nuevo) y cordis (corazón). «Recordar» quiere decir mucho más que tener a alguien (o algo) presente en la memoria. Significa «volver a pasar por el corazón». Y eso es lo que me suele ocurrir cuando repaso las fotos de mis viajes.

A él y solo a él le corresponde el mérito de la explicación etimológica que, sin embargo, viene a cuento porque esta mañana he tenido noticias de América del Sur. Y no son, precisamente, alentadoras.

Una sombra negra -me cuentan- se cierne sobre lo que apenas hace un par de meses eran calles llenas de vida. Atrás quedaron los desayunos con cappuccino y medias lunas; las visitas a cafés literarios (Saint Moritz, Las Violetas y el Tortoni), a bibliotecas inimaginables (Ateneo) y al cementario alemán de Chacarita, donde reposan los restos del capitán del Admiral Graff Spee, Hans Wilhem Langsdorff. Que no se entere nadie, pero lo preferí al de La Recoleta, donde descansan -por ejemplo- los de la Perón. Soy así, no tengo remedio.

Recuerdos de Buenos Aires, mi Buenos Aires querido; donde vas buscando el fantasma de Borges y de pronto te topas con su viuda, Maria Kodama.

Recuerdos de aquellas melodias de guitarras criollas e historias de payadores, de tangos y milongas… ahora todo estará en silencio. Espero que el confinamiento tenga resultado; porque como el virus se propague a la misma velocidad que en España, allá va a tener efectos aún más devastadores.

Y recuerdo a un taxista, psicólogo, filósofo y preguntón que, cuando se enteró que era abogado y divorciado, me dijo:

-Vos seguro que sos un buen abogado.

-¿Y usted cómo lo sabe? -le repliqué.

-Porque vos ya estuviste en la cárcel, viste.

Pues ahora, confinados, todos los porteños se harán magíficos abogados.

Cuando has viajado con el corazón nunca terminas de irte de ciertos sitios. Asi que, hoy, recordar duele.

Con el ánimo econgido he afrontado una jornada con pocas concesiones a la lírica. Además del corazón, también manda la cartera que, como decía mi profesor de Derecho Romano, «es la víscera más sensible del cuerpo humano».  No estoy de acuerdo con eso, no es mi caso; pero no es menos cierto que las nóminas, los seguros sociales, los impuestos, la hipoteca y la pensión -solo por citar algunos epígrafes- no se van a pagar contando historias de viajes.

Así que, para no dejarme machacar esa otra víscera, me he puesto manos a la obra con el asunto de la pecunia numerata; y, desde aquí, vía telemática, mi agradecimiento al equipo de DUALIS, que enseguida lo ha dejado todo dispuesto para el papeleo. Me comentan, además, que existe posibilidad de pedir préstamos ICO liquidez, con el aval del Estado. Los concedan o no, a buen seguro estaremos entretenidos.

También leo que el Colegio de Abogados de Murcia, el Ilustre, acepta no pasar más recibos y que va a presionar, también, a la Mutualidad de la Abogacía para que haga otro tanto con los suyos. Hurra por ellos.

Hoy dia productivo, en el que he cambiado la rutina y he pospuesto la gimnasia matutina, porque tenia la mente activada desde que le pegué la patada a la sábana. Y no era cuestión de desaprovechar el «estado de flujo».

Este tiempo suspendido puede ser también tiempo bien aprovechado. Solo es cuestión de orden, de establecer rutinas; seguro que lo consigo. He consultado algunos blogs especializados en cómo organizar el trabajo en casa, gestionar las interrupciones y centrarse  en lo que llaman «el foco». Tirando del hilo, tomo también algunas ideas sobre ayuno que, más allá de lo que es dejar de comer, que no es eso, resulta que es estar atento a la ingesta de según qué alimentos que afectan a la concentración.

Así ha transcurrido el día, anodino, buscando la normalidad dentro de lo extraordinario de la situación: a base de burocracia y papeleo. Y cuando casi lo he conseguido, al dar por terminada mi jornada laboral de hoy, se me ocurre echar un vistazo a las noticias y casi me atraganto al ver vehículos militares justo debajo de la casa de mis padres.

La última vez que vi algo parecido fue en una recreación histórica de la Operación «Market Garden», la famosa batalla de Arnhem. Fue hace nueve años.

Ahora los vehículos son de verdad y no están recreando nada.

Curiosa premonición.

«Market Garden» resumía en inglés lo único que se nos permite hacer, esto es, ir a comprar y salir al jardín a pasear el perro. Pero entonces nadie lo vio así.

 

fotos blog 25 03 20

 

 

 

 

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CORONOAVIRUS, DIA DIEZ

24 martes Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, MOTIVACIÓN

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ASTÉRIX, CLEOPATRA, ESFINGE, fiscalía, GALIA, JULIO CESAR, JUZGADO DE GUARDIA, LOS ALCAZARES, OBÉLIX, PERFECTUS DETRITUS, UDERZO

«Toda la Galia está dividida en tres partes, de las cuales una habitan los belgas, otra los aquitanos y, la tercera, los que en su propia lengua se llaman celtas y en la nuestra galos».

(inicio de los «Comentarios a la Guerra de las Galias», de Cayo Julio César)

Cuando esta mañana abrí los ojos, aún seguía lloviendo…

Eran las 6 y me volví a despertar sin reloj. Estaba soñando en un mundo distópico, del futuro, pero no tanto. No vestíanos monos de plástico ni tampoco volaban los coches por el cielo. Soñaba que íbamos a la playa y que, para acceder a ella, antes teníamos que comprar un ticket que luego se validaba como se hace en el Metro. Hacíamos la cola, de forma ordenada y paciente. Tengo que decir que no reconozco a mis acompañantes. No son del pasado ni, tampoco, de esta época. Así que igual ha sido un sueño premonitorio, un aviso del futuro.

El sueño me ha dado que pensar. ¿Se cobrará por ir a la playa en el futuro? Se cobrará por todo. Estamos en guerra y la guerra es costosa. Que nadie dude de que subirán el IVA y los demás impuestos. No descartemos, tamoco, que se cree un nuevo impuesto con carácter extraordinario. Ya se está hablando de bonos de guerra. Pero de qué nos sorprendemos. Solo hay que leer un poquito de historia y ver cómo se sufragaron las guerras de antaño.

También he soñado con el Mercadona del futuro. No, no era como la tienda actual. Se había convertido en una tienda de lujo. Las mercaderías de siempre, pero vendidas en estanterías decoradas estilo vintage, como dándose importancia. El suelo era de parquet y todo figuraba rotulado con tipografía elegante, con los caracteres alargados, como en los antiguos carteles de la PepsiCola. En mi sueño iba cogiendo productos con verdadera aprensión, no ya por si me contagiaba, sino porque me los imaginaba caros, carísimos. Como en todos lo sueños, siempre hay un pespunte que falla, que descose la «lógica» del relato y que te hace volver a la realidad. En mi sueño ha sido que, cuando iba a pagar, la cajera vestía como las azafatas de «Emirates».

No, antes de dormir no me fumo nada. Y menos ahora. Leo en internet que desde que empezó la crisis el porro se cotiza por las nubes. A lo mejor se convierte en otro producto de lujo, de esos que solo podrías comprar en tiendas como las de mi sueño.

También leo que ha fallecido Uderzo, uno de los padres «Astérix». Supongo que cada cual tendrá sus recuerdos. Para mí cada libro ha resultado ser una epecie de cabeza de capítulo de acontecimientos que he vivido después.

Por ejemplo, con Cleopatra. Porque conocí de su existencia y de su legendaria belleza antes de leer «No digas que fue un sueño» y «El sueño de Alejandría», de T. Moix.  Gracias a «Asterix y Cleopatra» todos «sabemos» que, en realidad, la nariz de la esfinge no se la amputó un soldado de Napoleón haciendo prácticas de tiro…

O «Astérix y los Juegos Olímpicos». Antes de que se pusiera de moda el dopaje todos los lectores ya habíanos aprendido que existen «pociones mágicas».

«Los laureles del César» me anticipó lo que me vino después cuando leí «La Corona de Hierba» de Colleen M. McCullough y toda su serie posterior de novelas. Una buena manera de conocer la Roma del Siglo I AC.

Antes de convertirme en el «maestro de las fondues» ya conocía de su existencia gracias a «Astérix en Helvetia». Y de «Astérix gladiador» me acordé una vez, cuando hice de «guía turístico» en el anfiteatro de Mérida.

Con «La cizaña» supimos que todas las llamadas «personas tóxicas» que después hemos  conocido tuvieron su precedente en Perfectus Detritus. Si, ese que echaron a los leones pero que éstos jamás se comieron porque se ponían a discutir entre ellos.

«La residencia de los dioses» me previno, sin saberlo, de los peligros que encierran los grandes desarrollos urbanísticos. Y de «Asterix y el caldero» me acordé una vez que tuve un caso en el que aprendí que, si no vas con tiento por la vida, puedes teminar pagando de tu bosillo los impuestos de otro.

Por no ser exahustivo, dejo para el final uno de mis favoritos: «Obelix y compañia», mi primera lección sobre economía, un ejemplo de cómo se crean las llamadas «burbujas» y sus devastadores efectos.

Después de leer la serie «Astérix» resulta que no te habían contando un cuento de galos y romanos. En realidad, te habían contado historias de la vida misma.

«Toda la Galia está dividida en tres partes…»

No. Están locos estos romanos.

Toda la Galia está unida y toda la Galia está hoy de luto.

 

CODA: En Los Alcázares (Región de Murcia), familias confinadas por el virus que tienen que se salvadas para no ahogarse. No hay palabras. Ya no hay más que decir. La diferencia entre calamidad pública y crimen se llama «previsibilidad». Aquí llueve sobre mojado, se vuelve a inundar lo inundado… Y vemos que no se ha hecho nada. Por si Fiscalía no lo tiene claro -seguro que sí-, a pesar del Estado de Alarma los juzgados de guardia siguen trabajando. Ahí lo dejo.

 

 

 

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CORONAVIRUS, DIA NUEVE

23 lunes Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN

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DEFUNCIONES, DIGITALIZACIÓN, MERCADONA, REGISTRO CIVIL

Acabo de cerrar la puerta de mi casa. Detrás dejo un lunes lluvioso, lleno de trajines. Aunque tengo todo el despacho digitalizado y, en realidad, no me haria falta manejar papel, me he traido los montoncitos de expedientes que habitualmente coronan mi mesa de trabajo. Los coloco ahora en mi comedor exactamente en el mismo orden, junto con la agenda y la lista de tareas pendientes. Todo sea para crear ambiente y, con ese atrezzo, mejorar mañana mi concentración.

Definitivamente, al mundo le hemos dado la vuelta. Antes uno iba a su casa a olvidarse de los problemas del curro. Ahora tiene la sensación de que no puede sobrevivir sin ellos.

Ha sido un lunes exigente, decia, y ello a pesar de no tener juicios que preparar ni vistas a las que asistir. Lunes de llamadas, gestiones con el banco y de preparar, también, unos cuantos escritos legales.

Hoy ha sido lunes de despedida, puesto que mi intención es la de no volver hasta que pase el estado de alarma. Por lo que voy contrastando con otros compañeros, creo que no voy a ser el único del gremio. Cerramos y al personal lo mandamos a casa, hasta nuevo aviso.

De hecho, ni corren plazos ni dejan -tampoco- presentar escritos que no sean urgentes. Me lo estoy viendo venir: se declarará agosto hábil y habrá que recuperar el tiempo perdido. Y en mi humilde opinión seria lo lógico. Se avecinan tiempos de mucho sacrificio.

Pero no todos los juzgados se han quedado sin trabajo o con servicios mínimos. Hay unos a los que le pasa como al Mercadona, que les faltan horas y manos. Son los encargados del Registro Civil que, según leo, tienen que abrir de lunes a domingo porque no dan abasto para inscribir tantas defunciones. Otros que también están entrenidos son los de jueces de guardia. Por lo visto hay más de quinientos detenidos por desobediencia.

Aunque podría justificar mi desplazamiento (la letra del Real Decreto lo permite para profesionales), para mí no ha sido plato de gusto salir hoy a la calle. De hecho circulaba con el temor de ser parado en cualquier cruce por agentes de la autoridad y tener que dar explicaciones.

Ya pasó. Sigue cayendo lluvia fina. Dejaré entreabierta la ventana para escucharla desde la cama.

Me vendrá bien, porque esta noche me voy a acostar cansado y también enfadado. Esto último por saber que hay gente intentando estafar a nuestros ancianos, primero, diciéndoles que tenían que desinfectarles el dinero (para quitárselo, obviamente); después, con la venta de unos supuestos test para detectar el virus.

Se dice que la primera víctima de una guerra siempre es la verdad; con lo de los bulos y las estafas que se van conociendo, ese principio se confirma. Decía el Coronel Kurtz (Marlon Brando) en su discurso final de «Apocalypse Now» que no había nada que detestara más que «el hedor de la mentira». Pues si, es detestable. Son detestables.

Pero lo peor es lo que ha contado hoy la Ministra de Defensa, de que el Ejército se ha encontrado en varias residencias ancianos abandonados a su suerte, rodeados de otros que ya habían fallecido.

Nuevamente se me aparece la imagen del Coronel Kurtz:

-«He visto horrores… horrores que usted no ha visto».

¿Qué nos deparará mañana?

Son casi las doce, sigue lloviendo…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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CORONAVIRUS, DIA OCHO

22 domingo Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN

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ALIEN EL OCTAVO PASAJERO, CICLOS, CUARENTENA, MARCO AURELIO, MEDITACIONES, MUERTE, NAVE NOSTROMO, TENIENTE RIPLEY

Y llegamos vivos, con energía y entusiasmo, al octavo día.

El ocho es un número curioso. Dibujado, tal y como se enseña por vez primera en la escuela, son dos círculos montados uno encima del otro. Tumbado, el ocho nos recuerda al símbolo del infinito. El ocho es la bola negra del billar americano y octavo era el pasajero de la nave “Nostromo”.

La palabra “círculo” es prima hermana de “ciclo”, que -a su vez- nos evoca un empezar justo en el punto donde termina todo. Tenemos ciclos de un dia y ciclos de una semana. Como la que ya terminamos, con la confirmación de que el actual estado se va a prorrogar otros quince días más.

Los días se amontonan, calcados unos a otros; amenaza el tedio, el aburrimiento y la desesperación.

Porque ahora es cuando algunos empiezan a darse cuenta de ciertas verdades de la vida.

-Que tener mucho dinero en el banco no te sirve para nada, si no tienes dónde gastarlo.

-Que tener un carro de doscientos caballos en el garaje no te sirve de nada, si no puedes circular ya por ninguna carretera.

-Que tener una mansión enorme no te sirve de nada, si no tienes con quién compartirla.

-Que tener bolsos de marca acumulados en el altillo no te sirve de nada, si no puedes salir a lucirlos.

-Que, en definitiva, “ser alguien”, aparentar, tener un carguito y algo de poder, nada de eso te pueden esconder del virus, si éste ha logrado encontrarte.

Como le pasó a los tripulantes de la nave “Nostromo”.

Tristes los que se han procurado un buen entierro, pagando mes a mes el llamado “seguro de los muertos”; tristes porque, si mueren en la UCI lejos del consuelo de los suyos, ni eso van a poder aprovechar.

Hacía falta una pandemia para que muchos cayeran en la cuenta que contemplar la muerte cerca te hace valorar más la vida.

Fue en agosto del año pasado cuando, quemado por el estrés y buscando un poco de silencio, me perdí unos días huyendo de playas y bullicio; sin pretenderlo, durante ese retiro ensayé una rutina que me ha venido muy bien para encarar estos días. No es comparable, porque podía salir a pasear, nadar, montar en bicicleta… pero también me recluía HORAS en mi habitación del hotel, a leer y a meditar.

Y como compañía elegí, entre otros libros, precisamente el de las “MEDITACIONES” de Marco Aurelio; sí, Marco Aurelio, el papá de Cómodo, el emperador “malo” de la película “Gladiator”. Resulta que el “padre de Joaquin Phoenix”, aparte de guerrear con los germanos, también escribía y fue llamado el “Emperador Filósofo”.

Esta mañana he buscado mis anotaciones, las que iba tomando según leía; así, de corrido, se han convertido en un resumen ejecutivo para afrontar esta calamidad:

1.- “En ningún lugar encuentra el hombre refugio más apacible, más tranquilo, que en su propia alma”.

2.- “Qué cosa no puedes soportar con paciencia”.

3.- “Entiende que los hombres cometerán siempre, aunque te exaspere, los mismos errores”.

4.- “Atención en lo que tienes entre manos, vigila la actividad en curso, el principio idóneo, el sentido de las palabras”.

Y, para mí, la mejor:

5.“No desprecies a la muerte; recíbela, antes bien, de grado, como es esta una de aquellas cosas que quiere la naturaleza. Es propio del hombre dotado de razón no afligirse ante la muerte, ni apartarla rudamente, ni tratarla con altivez, sino esperarla como uno de los otros efectos naturales”.

El retiro que en agosto fue una cura, hoy se ha convertido en prevención.

-“Estudiar Filosofía no sirve de nada” -decían.

Pero si no querías estudiar, al menos pudiste escucharla de tu madre, que la aprendió de la suya y ésta, a su vez, de la suya…

Mi madre lo resume así:

-Hijo. Las mortajas no tienen bolsillos

Gracias, madre, por darme la vida. Pero gracias, también y sobre todo, por enseñarme a disfrutarla.

 

CODA: La película “Alien, El Octavo Pasajero” es, por derecho propio, todo un clásico del cine de ciencia ficción. Pero se vendía como una película de terror: Recuerdo lo que anunciaba el cartel: “En el espacio nadie puede oir tus gritos”. El tema era precisamente el de una infección, como organizar la cuarentena… Me acuerdo del informe final de la última superviviente, la Teniente Ripley y la última reflexión: “Para cuando llegues allá, ya sabrán ellos si era una advertencia”.

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