Etiquetas
CORONAVIRUS, EDAD MEDIA, LEXNET, STAR TREK, TELETRABAJO, VIDEOCONFERENCIA
Se ha escrito por ahí que se necesitan, como mínimo, veintiún días para crear un hábito. ¿Durará este encierro lo suficiente para adquirir alguno nuevo? ¿Y cómo será ese hábito? ¿Sano? ¿O, quizá, nocivo?
A la mayoría resulta que el confinamiento se le está haciendo largo, muy largo.
En mi caso, los días pasan igual de rápidos que antes de que empezara el Nuevo Régimen. Cuando me vengo a dar cuenta, he tachado otro día del calendario y aquí estoy, de nuevo, delante del teclado, escribiendo esta especie de cuaderno de bitácora. Cansado. Y con los ojos medio cerrados ya. Pero me gustaría que me quedara este hábito. ¿No recomiendan los gurús dedicar un rato todos los días para hacer balance de la jornada?
Son, también, horas en las que se valora el silencio. ¿He dicho silencio? Lo peor, a mi juicio, está siendo el incesante martilleo de bulos y rumores. En eso también hay paralelismo con las curvas de contagio. Espero que llegue un momento en el que la gente se canse de hacer tanto ruido inútil.
Silencio. Lexnet ha dejado de escupir notificaciones. Esta mañana el juzgado estaba bajo mínimos. Todavía atendiendo, pero con mala cara. “¿Para qué has venido?” Yo también os quiero. Un rato después, en la notaría, he asistido a un esperpento surrealista: cada cual firmaba con su bolígrafo y con las manos higienizadas: lávenselas con hidroalcohol, a conciencia, “antes y después de”. Sentados alrededor de la mesa de firmas, con las sillas separadas unos dos metros, deseábamos, más que nunca, que el notario terminara de leer la escritura.
A la salida acechaban los controles policiales: “Señor agente, que vengo de la notaría. Y si no se lo cree, llame al notario, que no se me ocurre nadie mejor que él para dar fe”. Pero no, no ha hecho falta.
Los autónomos no nos vamos a hacer una acreditación como a nuestros empleados para justificar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Bueno, esto último se ha puesto negro, muy negro. Por el tam-tam del Whatsapp circulamos iniciativa para pedir que se suspenda el pago de las cuotas colegiales y de la Mutualidad. Suspender y no aplazar, que hay una sutil diferencia. Más que por nada, por aquello de acompasar los pagos con los ingresos, cada vez más menguantes. Que de la anterior crisis de las subprime algo aprendimos, oiga.
Por la tarde, reunión con cliente a través videoconferencia. El dichoso virus amenaza con devolvernos a la Edad Media; pero uno todavía se asombra de que pueda hablar con otro sujeto -al que supongo a cientos de kilómetros- a través de una pantalla; como cuando de críos veíamos “Star Trek” o “Galáctica”. “Hola, aquí el capitán Spok”. O como se llamara.
Algo tenemos que agradecerle a la moda de las series, al porno y los videojuegos: que nos han dejado unas autopistas estupendas para el teletrabajo. Y para los que no teletrabajen, pues contentos también, que oferta de las tres cosas tienen, y muy abundante, para tener los deditos ocupados y dejarse de guasapeos.
Todo sea por mantener la paz familiar y por no llenarnos a la vuelta la mesa con demasiadas demandas de divorcio, por supuesto.