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Rescato de la web de “El Mundo” la foto antes de que la borren; aunque el daño ya está hecho, claro, porque desde ayer se ha convertido en viral en la red.
Sentando en un confidente, el señor fiscal del caso “Noos” atiende al periodista. Para ello, ha tenido que hacerse sitio ladeando un carro de “Mercadona” lleno de cajas con el precinto de la Guardia Civil.
En los estantes de su despacho cabe una botella de agua mineral vacía, pero no la mayoría de los expedientes, que incluso ocupan un sillón tapizado a juego con el traje del señor fiscal.
Al fondo apenas se adivina la bandera de España.
Lo que no ven son los pies del entrevistado; igual hasta lo pillaron con zapatillas de andar por casa, o descalzo.
Está claro que no tiene asesor de imagen. Si así fuera, debería estar despedido de manera fulminante.
O no…
Porque la entrevista parece hecha en un momento de esos de “ay, chica, estaba haciendo la casa, no esperaba visita”.
Pero no sería de extrañar que se trate de un “descuido” bien pensado.
Solo eso explicaría que la foto refleje, tal cual, el estado actual de la administración de justicia, precisamente en la misma semana en que el ministerio de la cosa proclama, triunfante, que ya estamos en la fase de “papel cero”.
La realidad es tozuda. Papel cero sí, pero no tanto.
Por ejemplo, hoy mismo nos enteramos que en Madrid, Villa y Corte, se ha dictado una instrucción que permite aún la presentación en papel. De momento, hasta el 31 de enero. Por lo visto, a más de uno el cambio le ha pillado con el polvorón en la boca y ha debido de pedir prórroga.
Observo en la foto un despacho lleno de causas -imagino- aún pendientes de calificar.
¿Qué método empleará para despacharlas? ¿El FIFO? ¿El LIFO? ¿Aún tienen preferencias las causas con preso? ¿Cómo las tiene localizadas?
Y la pregunta del millón: ¿Cómo va a poder cumplir con el plazo máximo de instrucción?
El mensaje es claro: a pesar de los medios con los que se dice que se ha dotado el sistema, así es, señoras y señores justiciables, cómo aguarda el destino y el futuro de más de uno.
La próxima vez que alguien pregunte “cómo va lo mío”, por favor, que tenga presente esa imagen y no olvide que, a lo peor, la velocidad de “lo suyo” depende de algo tan pedestre como lo engrasadas que vayan las ruedas del carrito de “Mercadona”.