Y al fin, en el Séptimo Día -como se cuenta en el Génesis- llegó el reposo.
Antes de eso, he tenido sueños premonitorios: esta noche he soñado con calles vacías, rociadas con lluvia. Me acordé de la película de Amenábar: “abre los ojos, abre los ojos…”. Imágenes apocalípticas de la Gran Vía desierta.
Del Génesis al Apocalipsis he soñado también con una cena en un restaurante situado lejos, muy lejos de aquí.
En un mundo de certezas y engaños, la lluvia ha sido la verdad. A la hora de la siesta cerré los ojos y busqué, en el silencio, el acompañamiento que hacen las gotas al caer. Se me ha acabado el café, así que no voy a tener problemas para dormir. Y en efecto, la siesta la duermo sin soñar nada.
En un mundo de certezas y engaños, lo del restaurante era ya inimaginable. Lo sueñas pero no puede ser. El “no ser” también puede ser una certeza.
En lugar de lamentarse por lo que ahora “no es”, pienso: ¿por qué no hacer ya una lista en la que apuntemos todas esas cosas que “apetecen y quedan para cuando se pueda”?
Ahí van mis cinco primeras:
1. Besarnos, tocarnos, acariciarnos…
2. Andar por la arena mojada, descalzo.
3. Tomar un helado en una terraza de cualquier paseo marítimo.
4. Abrazar árboles, sirinyoku…
5. Nadar y bucear con los ojos bien abiertos.
Bueno. Una más, ¿puedo?
6. Música en directo.
La lista no es para que no se te olviden. Es para que cuando las tengas a tu alcance les des el valor que se merecen.
Hoy era el Dia de la Poesía. Y en este mundo de certeza y engaños, me soplan que la que circulaba por ahí atribuida a una supuesta peste que hubo en 1800 no es tal. Con lo bonita que es. Porque no había necesidad de más adornos. ¿Verdad que no?
Recuerdo esa frase que decía que una cucharada de caviar en un tarro de mierda no tiene el mismo efecto que una cucharada de mierda en un tarro de caviar. A veces las mentiras hacen eso con el “caviar”.
Y con esta reflexión me apunto que para mañana se me queda pendiente analizar lo de los bulos, encargo que recibo para hacerlo desde el punto de vista jurídico. Y también buscar otras respuestas en el pasado. Porque en el pasado también hubo guerras y epidemias. Seguro que hay precedentes jurisprudenciales que resolvieron, por ejemplo, cómo amparar inquilinos que no podían pagar la renta sin perjudicar los legítimos intereses de los propietarios. Allá donde la justicia se convierte en injusta debe prevalecer la equidad o, más aún, la compasión.
Pero a ver quién se pone ahora a buscar en la base de datos de jurisprudencia. Hoy no va a ser. Esta noche me espera la Ruta de la Seda.
A Marco Polo le advierten: “una mentira es una agresión personal para el Gran Khan. Sin embargo, la verdad es siempre un escudo”.
Certezas y mentiras.