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AMANECE EN MERCURIO

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Publicaciones de la categoría: ORGANIZACIÓN

CORONAVIRUS, DIA CATORCE

28 sábado Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, ORGANIZACIÓN

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CORTÁZAR, DAVID PEACE, RED RIDING

Sábado de abrir los ojos y remolonear en la cama, de no levantarme hasta que suena el despertador (los findes lo tengo puesto a las 08:30 a.m., dos horas más tarde de cuando suelo despertarme). Cuando se puede -y ahora se puede- da gusto quedarse un ratito leyendo. Son cosas que, antes de que llegara este tiempo suspendido, eran todo un lujo. Así que por qué no aprovecharlo.

Releo el cuento «La casa tomada», una joya de Julio Cortázar. Y cuando lo termino reflexiono: ahora somos nosotros los que hemos “tomado” nuestras propias casas. Nos hemos convertido en “los otros”, en los “extraños”, en los visitantes… en los “okupas”. Somos fantasmas asustados vagando por un pasillo.

Esta mañana amanece con un sol radiante; cuando me canso de la lectura me pongo manos a la obra y, antes que nada, le pego un buen repaso a la terraza. Es una de las cosas que me encantaron del piso donde vivo que, como he dicho antes, disfruto muy poco por las prisas del día a día. La faena incluye labores de «peluquería», esto es, sanear las puntas de mi «Pinchosa», que con ese nombre llamo a la única planta que me ha sobrevivido todos estos años (atrás quedaron «Tina» y «Zumba», descansen en paz). El remate vendrá con la extensión de mi hamaca (regalo de Brasil, obrigado) y todo listo para «salir de finde». Que es sábado, qué narices, y hoy no trabajo.

Con la limpieza aún a medio, avisa mi teléfono móvil que hoy, como todos los sábados, tengo clase presencial de spinning. Qué risa. En el móvil otro mensaje gracias al cual caigo en la cuenta de que llevamos ya catorce dias de cuarentena y, no teniendo síntomas, en sí misma es una buena noticia. Vamos bien.

Es pronto para decirlo pero a lo mejor no vuelvo más al gimnasio y, para cuando esto pase, me planteo seguir haciendo las rutinas en casa. Será por vídeos y aplicaciones… Ole por los visionarios, por los que se adelantaron e invirtieron. Ni ello se lo podían imaginar, claro, pero ahora tienen su premio. Como sucede también con «Bizzum» (pagos con el móvil; mamá, toma nota). O con «Zoom», plataforma para videoconferencias cuyo servidor tiene que estar echando humo.

Otra que se va a hacer famosa -si ya no lo era- es la voz chillona y desagradable del Spotify. Esa que te suena a mitad del Chi Kung para molestar e invitarte a que te hagas «Premium».

Me he tomado en serio lo de «no salgas de tu puta casa»; tanto que, hoy, despues de cinco días sin ni siquiera salir al rellano, he vuelto a pisar la calle, y solo para tirar ¡cinco bolsas de basura! (desde el punto de vista de la sostenibilidad esto hay que hacerselo mirar, porque aquí solo vive una persona…). En el ascensor he pensado «si me ve la Policía, me detiene seguro», pero no por incumplir la norma, que no era eso, sino porque espejo me devolvía la imagen de un ninja: solo se me veían los ojillos.

Y parece que la tónica va a ser esa porque, entre película y película, leo esta noche que a partir del lunes se le va a dar otra vuelta de tuerca al confinamiento.

Hoy termino mi diario antes que de costumbre, porque estoy enganchadísimo con una trilogía de películas llamada «RED RIDING» (Amazon Prime), basadas en otras tantas novelas que David Peace ambientó en la Inglaterra de los años 70 y 80, los años duros de la Sra. Tatcher. Novela negra con tintes sociales que, cuando la leí, me gustó mucho y cuya adaptación al cine está a la altura.

Estoy tranquilo, no obstante, porque todavía sigo siendo parte de ese club que todavia no ha visto «Juego de Tronos»; pero me preocupa, eso sí, que pase este tiempo suspendido y termine enganchado a Netflix. No es que tenga nada de malo eso, al contrario, pero es que me acuerdo de un meme que circulaba hace un año y decía algo como esto:

-¿Qué tal tu vida amorosa?

-Veo muchas series.

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CORONAVIRUS, DIA DOCE

26 jueves Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, MOTIVACIÓN, ORGANIZACIÓN

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ALGAS, ÍNDICE BIGMAC, CAPPUCCINO, CASTEL DELL OVO, DOS CABALLOS, IDRISI, MAPAS, NAPOLES, PTOLOMEO, REFRANES, VESUBIO

En el sueño de esta mañana -ese que aún se recuerda cuando abres los ojos- soy el propietario de un viejo «dos caballos». Se lo he dejado a un carrocero para que me lo ponga otra vez en solfa, acondicionándolo por fuera pero, sobre todo, por dentro: lo tenía arrumbado en un corral donde lo usaban las gallinas para corretear y hacer en él sus necesidades. Estoy seguro que he tenido que arrugar la nariz durmiendo porque, en mi sueño, olía a demonios.

Cuando me lo entrega, con la carrocería pulida y adornado con cromados, el viejo «dos caballos» reluce bajo el sol y, por dentro, de sus asientos retapizados se aspira ese inconfudible olor a coche nuevo. «Son mil euros» -me espeta el paisano, mientras me extiende un recibí en un talonario sin memebrete y añade: «Conste que te hago precio de amigo; que he tenido que recorrerme muchos desguaces para buscar las piezas; y, a lo que me las cobran, apenas me va a quedar margen para convidarme en el bar».

Ahí, justo en ese momento, se me ha descosido el relato; porque -me digo- este tío me está engañando. No puede ser cierto lo que me cuenta porque, ahora, en este tiempo suspendido… no hay bares abiertos para almorzar ni convidarse.

Nunca he tenido gallinas, ni corrales y, ni mucho menos, un «dos caballos». Así que pienso que el sueño tiene más que ver con el reciclaje: una alegoría del volver a lo antiguo, a lo usado. De eso saben, y mucho, en Buenos Aires, donde florecen los mercados de segunda mano, las librerías de viejo; donde una empresa tipo Wallapop, llamada «MERCADO LIBRE», cotiza por las nubes. Me permito un apunte economicista: como allá el valor de la moneda fluctúa mucho y nunca estás seguro de lo que puedes comprar con tus pesos, recuerdo una tienda en la que me dijeron que comparara el precio que marcaban con el de esa web. Y que no lo iba a comprar más barato. «Ríete tú del famoso índice BigMac» -pensé.

Me desayuno con algunos comentarios -amables, afectuosos…-, sobre este blog donde, a modo de diario, todas las noches me entretengo juntando unas cuantas letras sin ninguna finalidad concreta. Comparado con lo que publicaba antes me quedará como una cápsula de tiempo, un paréntesis -espero que no muy extenso- entre dos vidas de perpetuo arrebato. Apuntes para releer cuando los relojes recuperen su vida y marquen otra vez las horas.

Ahora echamos de menos esos ratos en los que hacíamos eso, andar por andar, sin un rumbo concreto. Como cuando estuve en Nápoles, por ejemplo, y me dio por subir al Vesubio. La tarde anterior habia pasado por Pompeya, que era el único «fijo» de esa etapa, y me relajaba tomando un cappuccino en el Castel dell’Ovo, una fortaleza desde la que escuché cómo me llamaba el volcán cuya silueta me recordaba el famoso dibujo de El Principito. Solo que más achatada en sus formas. «Ven, veeen…» -me susurraba-. Así que decidí acercarme. Subí y subí con el coche hasta donde me permiteron. Aparqué y me deje llevar hasta la falda en una furgoneta lanzadera. Una vez allí, previo pago de la entrada, seguí subiendo a pie hasta el cráter que rodeé hasta que se acabó el sendero y me tuve que dar la vuelta. Más o menos como Forrest Gump cuando salió a correr y llegó hasta el mar. Solo que, en este caso, se desató una tormenta terrible y los que por allí andábamos tuvimos que refugiarnos en un chiriguito a esperar que escampara. Cuento todo esto porque imagino que con el blog pasará lo mismo. Un día se acabará el confinamiento, todo habrá llegado a su fin y no me quedará otra que descender del volcán.

Hoy he notado cierto desánimo y no solo porque no hay tantos memes. Te lo dicen abiertamente y entonces es cuando lamentas no poder más que mandar un abrazo virtual. Pero si esto parece duro y aprovechando que en mi relato me he pasado por Nápoles, recomiendo releer, por ejemplo,»La Piel», de Curzio Malaparte. O el «Ensayo sobre la ceguera», de Saramago. Más que por nada por comparar situaciones. Y, lo puedo asegurar, salimos ganando.

Quizá mi manera de expresarme no sea la de retuitear memes ingeniosos y tampoco soy de lo que gustan hablar mucho por teléfono. Es posible que sea porque lo tengo asociado al trabajo, nunca con el ocio o el divertimento. Y hablando de teléfono, el mío me avisa que me pase por el IKEA a comprar unos marcos para enmarcar un par de mapas que me compré antes de que se desatara la crisis.

Se quedará pospuesto, para cuando se pueda. Porque, aunque me dejaran salir, apenas he tenido un respiro hoy.

Termino la jornada como si hubiera estuviera corriendo por un playa sobre algas podridas. Cansado y con la sensación de no haber llegado casi a nada.

Pero con margen aún para una última sonrisa.

En este tiempo suspendido, en este mundo al revés, donde las personas están enjauladas y los pájaros volando, resulta que se van a cambiar hasta los refranes. Porque, visto cómo se las gastan algunos comprando test para el coronavirus, se acabó lo de decir eso de que «lo han engañado como a un chino».

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CORONAVIRUS, DIA ONCE

25 miércoles Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, ORGANIZACIÓN

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ALIMENTOS, AMERICA DEL SUR, ARNHEM, AYUNO, BORGES, BUENOS AIRES, ESTADO DE FLUJO, MARIA KODAMA, MARKET GARDEN, PECUNIA NUMERATA, RUTINA

Me viene muy bien citar hoy a Eduardo Galeano y su «Libro de los abrazos». Lo comienza con la palabra «RECORDAR», cuyo origen es la latina «recordari» y que está formada, a su vez, de re (de nuevo) y cordis (corazón). «Recordar» quiere decir mucho más que tener a alguien (o algo) presente en la memoria. Significa «volver a pasar por el corazón». Y eso es lo que me suele ocurrir cuando repaso las fotos de mis viajes.

A él y solo a él le corresponde el mérito de la explicación etimológica que, sin embargo, viene a cuento porque esta mañana he tenido noticias de América del Sur. Y no son, precisamente, alentadoras.

Una sombra negra -me cuentan- se cierne sobre lo que apenas hace un par de meses eran calles llenas de vida. Atrás quedaron los desayunos con cappuccino y medias lunas; las visitas a cafés literarios (Saint Moritz, Las Violetas y el Tortoni), a bibliotecas inimaginables (Ateneo) y al cementario alemán de Chacarita, donde reposan los restos del capitán del Admiral Graff Spee, Hans Wilhem Langsdorff. Que no se entere nadie, pero lo preferí al de La Recoleta, donde descansan -por ejemplo- los de la Perón. Soy así, no tengo remedio.

Recuerdos de Buenos Aires, mi Buenos Aires querido; donde vas buscando el fantasma de Borges y de pronto te topas con su viuda, Maria Kodama.

Recuerdos de aquellas melodias de guitarras criollas e historias de payadores, de tangos y milongas… ahora todo estará en silencio. Espero que el confinamiento tenga resultado; porque como el virus se propague a la misma velocidad que en España, allá va a tener efectos aún más devastadores.

Y recuerdo a un taxista, psicólogo, filósofo y preguntón que, cuando se enteró que era abogado y divorciado, me dijo:

-Vos seguro que sos un buen abogado.

-¿Y usted cómo lo sabe? -le repliqué.

-Porque vos ya estuviste en la cárcel, viste.

Pues ahora, confinados, todos los porteños se harán magíficos abogados.

Cuando has viajado con el corazón nunca terminas de irte de ciertos sitios. Asi que, hoy, recordar duele.

Con el ánimo econgido he afrontado una jornada con pocas concesiones a la lírica. Además del corazón, también manda la cartera que, como decía mi profesor de Derecho Romano, «es la víscera más sensible del cuerpo humano».  No estoy de acuerdo con eso, no es mi caso; pero no es menos cierto que las nóminas, los seguros sociales, los impuestos, la hipoteca y la pensión -solo por citar algunos epígrafes- no se van a pagar contando historias de viajes.

Así que, para no dejarme machacar esa otra víscera, me he puesto manos a la obra con el asunto de la pecunia numerata; y, desde aquí, vía telemática, mi agradecimiento al equipo de DUALIS, que enseguida lo ha dejado todo dispuesto para el papeleo. Me comentan, además, que existe posibilidad de pedir préstamos ICO liquidez, con el aval del Estado. Los concedan o no, a buen seguro estaremos entretenidos.

También leo que el Colegio de Abogados de Murcia, el Ilustre, acepta no pasar más recibos y que va a presionar, también, a la Mutualidad de la Abogacía para que haga otro tanto con los suyos. Hurra por ellos.

Hoy dia productivo, en el que he cambiado la rutina y he pospuesto la gimnasia matutina, porque tenia la mente activada desde que le pegué la patada a la sábana. Y no era cuestión de desaprovechar el «estado de flujo».

Este tiempo suspendido puede ser también tiempo bien aprovechado. Solo es cuestión de orden, de establecer rutinas; seguro que lo consigo. He consultado algunos blogs especializados en cómo organizar el trabajo en casa, gestionar las interrupciones y centrarse  en lo que llaman «el foco». Tirando del hilo, tomo también algunas ideas sobre ayuno que, más allá de lo que es dejar de comer, que no es eso, resulta que es estar atento a la ingesta de según qué alimentos que afectan a la concentración.

Así ha transcurrido el día, anodino, buscando la normalidad dentro de lo extraordinario de la situación: a base de burocracia y papeleo. Y cuando casi lo he conseguido, al dar por terminada mi jornada laboral de hoy, se me ocurre echar un vistazo a las noticias y casi me atraganto al ver vehículos militares justo debajo de la casa de mis padres.

La última vez que vi algo parecido fue en una recreación histórica de la Operación «Market Garden», la famosa batalla de Arnhem. Fue hace nueve años.

Ahora los vehículos son de verdad y no están recreando nada.

Curiosa premonición.

«Market Garden» resumía en inglés lo único que se nos permite hacer, esto es, ir a comprar y salir al jardín a pasear el perro. Pero entonces nadie lo vio así.

 

fotos blog 25 03 20

 

 

 

 

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CORONAVIRUS, DIA DOS

16 lunes Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, MOTIVACIÓN, ORGANIZACIÓN

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CORONAVIRUS, OBLIVION, RUTINA, TANGO, VIKTOR FRANKL

Lunes 16 de marzo, lunes de “por fin es lunes”. Cuando sonó la alarma hacía ya un rato que estaba despierto. En eso no ha sido un lunes especial, que digamos. Porque ni es la primera vez ni será la última que me sucede. La novedad es que esta mañana no era un juicio lo que enturbió mi sueño. Hoy era primer lunes después de decretarse el Estado de Alarma. Hoy ha sido el Día Dos del Coronavirus.

Al despertar, tres preguntas: ¿Habrá enfermado algún familiar o allegado? ¿Se habrán endurecido las medidas? ¿Que me voy a encontrar en cuanto llegue al despacho?

Soy consciente de que hemos entrado en una dinámica en la que las jornadas empezarán a parecerse unas a otras. Se ha instaurado un Nuevo Régimen en cuyo calendario han desaparecido los viernes de tapeo, las vísperas, los festivos y los domingos futboleros. No hay verbenas, ni fiestas populares. Llegará un momento -pienso- en el que me dará igual si llueve o hace frío, si amanece el día ventoso o soleado. Me dará igual porque en el confinamiento siempre hace la misma temperatura. O casi.

Estamos muy lejos, empero, de caer en la desesperación. Todavía nos puede parecer hasta divertido -dicen algunas voces autorizadas-, pero lo peor del encierro está aún por llegar -advierten-.

De nuevo he tenido que tirar de lecturas pasadas, de voces mucho más autorizadas que las chorradas que inundan mi Whatsapp desde hace tres días; voces como la de Viktor Frankl, superviviente del exterminio nazi quien, en su “El hombre en busca de sentido”, nos enseñó aquello de que

a un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino

Y de eso se trataba hoy. De actitud frente al desafío.

Está prohibido salir a correr y los gimnasios están cerrados, pero, aun así, no renuncio a mi rutina mañanera. En el Real Decreto todavía no se dice nada de que no se puedan subir y bajar escaleras; o que esté prohibido hacer un circuito en la azotea del edificio. Y, ya se sabe, lo que no está prohibido está permitido.

Es curioso. Después de siete años es la primera vez que he subido a la azotea. Y he visto que no era el único. En el edificio de enfrente otro ha decidido no dejarse vencer por la molicie. Imposible sentirse solo.

El cielo estaba nublado y amenazaba lluvia. He corrido como si fuera un ratón -pegado a la pared- observando cómo en la obra de enfrente reanudaban el tajo. A los equipos de protección individuales se les ha añadido una mascarilla. Y listo. El martilleo de las herramientas no ha dejado de ser otro síntoma de “normalidad”.

Alguien ha decidido seguir, no rendirse, para que dentro de unos meses -o años, quién sabe- los apartamentos sean habitados por niños que volverán a jugar en los columpios del parque y a los que, cuando crezcan, quizá aburramos contando estas historias del Coronavirus.

Es noche cerrada. En casa ya, me llega otro enlace por Whatsapp: por los balcones de Italia hoy sonaron los acordes de un tango -“Oblivion”-, pero cantado en francés…  Preguntas: “¿Qué más se puede pedir?”. Y te respondes rápido: “Solo una cosa: bailarlo».

En el Segundo Día del Coronavirus aprendimos algo nuevo: que aparte de aplausos coreografiados, en tu balcón también puedes dejar un “abbraccio sospeso”, el abrazo suspendido; el que se da para cuando se pueda recibir.

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CORONAVIRUS, DIA UNO

15 domingo Mar 2020

Posted by Time Advocate in INSPIRACIÓN, ORGANIZACIÓN, Sin categoría

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CLUB DE LOS POETAS MUERTOS, CORONAVIRUS, ESTADO DE ALARMA, THOREAU, WALDEN

Termino de leer el Real Decreto que establece, por segunda vez desde que se instauró la Democracia en España, el Estado de Alarma. Lo primero que hago -deformación profesional- es apuntar el vencimiento del plazo: quince días naturales a contar desde la fecha de su publicación en el BOE. Quince días de restricciones, quince días de confinamiento domiciliario y quince días en los que se prevé una parálisis de la actividad de todo un país.

El precedente lo tuvimos como consecuencia de una huelga de controladores aéreos. Pero ni de lejos se llegó a tanto. Para dar una idea de la gravedad, sirva como botón de muestra el hecho de que se ha ordenado el cierre de todos los bares a lo largo del territorio nacional. Algo inaudito. Ni siquiera en tiempos de guerra se habría tomado una decisión como esa.

Superado el primer sentimiento de incredulidad y siendo consciente de que estamos ante una situación excepcional, de una catástrofe de la que costará mucho tiempo recuperarse, siento también que me encuentro con un regalo inesperado: durante este tiempo no van a correr los plazos ni tampoco se van a celebrar juicios.

Me dispongo, pues, a vivir una especie de ensoñación, de un espacio-tiempo donde voy a poder seguir moviéndome mientras que todo estará paralizado. Una oportunidad, en definitiva, de poner el reloj a cero, de recuperar -si ello es posible- el tiempo perdido.

No lo afronto como unas vacaciones, ni mucho menos; bien aprovechado, este tiempo podría ser algo mejor que eso. Solo es cuestión de organizarnos.

Como contrapartida, parece que el personal anda un poco revuelto con la idea de renunciar a sus actividades habituales de ocio (del trabajo no se quejan), como si estar en casa fuera una condena, un castigo insoportable.

Y entonces no puedo evitar acordarme de lo que escribió Thoreau en su “Walden”, aquello de que en su casa tenía tres sillas: una para la soledad, dos para la amistad, tres para la compañía. Dependerá de cada cual dónde decida sentarse en cada momento, añado yo.

Thoreau fue un tipo que decidió autoexiliarse a una cabaña para vivir prácticamente solo durante dos años, dos meses y dos días. Y “Walden” era el nombre del estanque donde plantó una choza de pino, donde escribió su célebre diario.

Aunque pudiera parecer un “rarito”, en el siglo XIX, decía cosas tan sensatas como que “los hombres se han convertido en herramientas de sus herramientas” (y eso que no conocía los dichosos teléfonos móviles) o que “nuestras invenciones suelen ser hermosos juguetes que distraen la atención de cosas serias” (tampoco conoció las redes sociales, a saber lo que diría ahora).

Ha llegado el tiempo de centrarse en las cosas serias.

Como, por ejemplo esta tarde, en la que he vuelto a ver “El Club de los Poetas Muertos”. Y, mira por donde, que me vuelvo a tropezar con el bueno de Thoreau y su poema “Fui a los bosques”, que reza así:

«Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida…para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido».

Quizá para la inmensa mayoría quince días de confinamiento le parezca algo insoportable. En mi caso, creo, me van a parecer muy pocos.

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REGALO UNA AYUDA PARA LEXNET

02 domingo Oct 2016

Posted by Time Advocate in ORGANIZACIÓN, PRÁCTICA JURÍDICA

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LEXNET, OCR, plantilla, requerimientos, responsabilidad profesional, riesgo

pum

Casi de manera desapercibida -pero ahí está para verlo-, el campo de minas en que se ha convertido la Administración de Justicia nos ha colocado a los abogados una bien grande en el registro general, esto es, a la entrada del sistema; una mina que es para tentarse la toga.

Con el uso obligatorio de Lexnet, este verano se nos ha añadido el cumplimiento de una serie de exigencias que dificultan aún más nuestro desempeño. Y es que, conforme a lo previsto en los artículos 267, 268, y 273.5 de la LEC, y 17 del RD 1065/2015, anexo IV de éste último, lo que presentemos tendrá que cumplir los siguientes requerimientos «técnicos»:

– Los escritos deberán tener formato PDF con «OCR»; es decir, que para que S.Sª. Ilma no se canse y pueda hacer un «cortaypega», el PDF debe permitir el reconocimiento de caracteres.

– Se digitalizará un documento por archivo (más trabajo administrativo).

– El primer anexo debe contener el índice de los documentos que se aportan (algo que no exigía la norma procesal lo requiere la técnica).

– Cada anexo debe ir precedido del número que ocupa en el índice documental.

– Los documentos deber de ser nombrados de forma descriptiva, que los identifique claramente.

Y, ojo, que ya no cuela el consabido método de «prueba y error». A la primera vez que te equivoques te van a sacar tarjeta amarilla y te concederán plazo para subsanar. Pero, cuidado, si el profesional ya ha sido requerido por otro órgano del mismo partido judicial se rechazará de plano conforme a lo dispuesto en el artículo 43.2 de la Ley 18/2011.

La tarjeta roja será no tener por presentado el escrito, con la pérdida de oportunidad procesal que ello supone y, por tanto, riesgo de que se te impute responsabilidad profesional.

Comparto aquí esta sencilla plantilla para os ayude a cumplir esta tarea. Su uso es muy simple e intuitivo: en la tabla vas relacionando -debidamente numerados- los documentos que acompañas al escrito. En la segunda columna distingues si es público o privado (esto es de mi cosecha: no tienen el mismo valor probatorio y distinguirlos te va a servir para conclusiones). En la tercera se abre un desplegable para indicar la fecha. En la siguiente incluyes una breve descripción del documento. Y, finalmente, indicas el número de páginas. Aquí no te canses, que al digitalizarlo y convertirlo en PDF ya te lo calcula la aplicación. Poner el número de páginas dificulta posibles manipulaciones. Que de todo ha visto ya uno.

Fácil ¿no?

Pongo «versión 1» porque es mejorable: se admiten y agradecen sugerencias.

De nada.

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JUNTALETRAS vs LETRADOS («por sus escritos los conoceréis»)

29 domingo Nov 2015

Posted by Time Advocate in ORGANIZACIÓN, PRÁCTICA JURÍDICA, Sin categoría

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contratos, corta y pega, demandas, escritos, fichas, Frankenstein, mapas mentales, notas, pomodoros, recursos

Para un servidor, redactar un escrito forense es algo más que juntar unas cuantas letras, cortar y pegar cuatro sentencias y pedir lo que se nos ocurra en ese momento.

Es cierto que el papel lo soporta (casi) todo, pero no es menos cierto que si algo queda de tangible en la prestación de servicios jurídicos es eso, un escrito. Y, como siempre dice mi madre (mi primera maestra), quien no te conoce te juzgará por lo que lee.

Por sus escritos los conoceréis, parafraseando las Sagradas Escrituras.

Dándole vueltas al asunto de la escritura, con minúscula, estas son las cosas que más me suelen molestar, que actúan a modo de saboteadores mentales y añaden un plus de «penosidad» a mi tarea:

1.- Interrupciones

Los compañeros que me lean saben a qué me refiero. Estás escribiendo, empiezas el texto con el consabido «AL JUZGADO, Dª. Fulanica, Procuradora de los Tribunales, colegiada número …» y en ese momento, llamada. Atiendes, apagas el teléfono, recompones la figura y empiezas otra vez: «AL JUZGADO, Dª. Fulanica, Procuradora de los Tribunales, colegiada número …». Justo, justo, justo en ese momento, un toc-toc en la puerta del despacho (que habías cerrado por algo, claro) y un «perdona la interrupción, ¿estás ocupado?», y tú, claro, dices, ya no, dime. Atiendes, recompones la figura y empiezas otra vez: «AL JUZGADO, Dª. Fulanica, Procuradora de los Tribunales, colegiada número …», y entonces es cuando te avisan de que tienes visita, «¿visita, yooo?, ostras, claro, era a las 12 ¿son las 12 yaaaa? Cómo pasa el tiempo».

Toda la mañana con el dichoso escrito y no has pasado del «AL JUZGADO, Dª. Fulanica, Procuradora de los Tribunales, colegiada número …»

2.- Numerar los documentos

Los ciclistas las llaman «etapas pestosas» y para mí no hay mejor término para definir esta tarea: «pestosa». Y no te digo cuando son cientos y cientos de documentos los que acompañas a la demanda, sobre todo cuando se trata de facturas, albaranes, recibos de pago y extractos contables. Cuidado con dejarte alguno, que enfrente te lo van a revisar bien. Documento número 1, documento número 138, documento 453… y así.

3.- Redactar un escrito en apelación

Me da igual que seas recurrente o recurrido, apelante o apelado… Dios mío, ya he superado lo de verme y oírme en una grabación, pero qué trabajo cuesta volver a estudiar el asunto, partiendo prácticamente de cero. Es el día de la marmota, en versión jurídica. Fortaleza de ánimo, serenidad, decisión, respirar hondo… y tres padrenuestros.

4.- Rellenar un formulario online

Lo tienes todo presto y dispuesto para presentar y, ah, ojo, hay que rellenar algún formulario online (ojo con la que se nos viene con Lexnet), por ejemplo, para liquidar la dichosa tasa judicial. Pulsas «rellenar formulario», introduces datos y, cuando crees que lo tienes todo hecho, zas, se borra y vuelta a empezar, jurando en arameo y maldiciendo la estirpe del genio que programó el formulario.

5.- Cuando está impreso y grapado el escrito…

… con sus copias y todo y descubres, con horror, que los párrafos no cuadran con lo que había en pantalla, quedándose una línea, triste y solitaria como el Cadillac, en el último folio. Claro, ya sabes que hay una «cosa» que se llama PDF, que la configuración de la impresora no es la misma de la pantalla, pero es algo que sucede a menudo y da mucha rabia.

6.- Los contratos y sus versiones

Te encargan un contrato «a medida», te vistes de sastre jurídico, estudias, buceas, analizas pros y contras, te pones en lo peor (eso siempre, en lo peor) y vas redactando cláusula tras cláusula. Le das vueltas, imprimes un borrador y otro y otro, hasta que, satisfecho, por fin, le das el visto bueno.

Lo mandas por correo y empieza el «baile»: cambia esto, añade lo otro, quita lo de estas dos cláusulas («¿de quién coño eres abogado, del otro?»). Una vez pasado el filtro del cliente lo mandas a la contraparte y ahí ya no hay salvación posible.

Del escrito que habías preparado inicialmente, bien estructurado, equilibrado y hasta con ritmo, pasas a una suerte de Frankenstein contractual, con la cara llena de costurones. A la porra el arte, «biba el colejio». Eso si, pordios, quite lo de «alquilino» y lo de «sufruto».

7.- Sentencia que exige aclaración

Me dejo para el final uno de mis favoritos. Notificada sentencia, le das la enhorabuena al cliente y al rato éste te llama y dice, oye, que se han equivocado. No puede ser, nos han dado la razón… eso es que han acertado -bromeas. Pero, no, tiene razón, en cuatro folios y medio de sentencia te encuentras un bodrio en el que, pongo casos reales, divorcian a personas que no eran parte del proceso (esos corta y pega que tantos días de gloria nos están dando), conceden indemnizaciones distintas de las pedidas (¿en qué estaba pensando cuando tomaba notas en el juicio? ¿tomaba notas? ¿dibujaba? ¿estaba en el juicio o era un ectoplasma?)… llamas al juzgado y te dicen lo que más temes: «presenta un escrito». Oiga, oiga, oigaaaa… que yo no me he equivocado, pero no hay más remedio que presentar el mal llamado «recurso de aclaración», previsto expresamente en la ley cuando no hay nada que aclarar, puesto que no hay duda de que hay un error como un castillo de grande.

Qué buenas migas harían Microsoft y algunos juzgados, por aquello de las versiones de prueba y las versiones beta.

Comparto experiencias y unos consejos:

1.- Usa mapas mentales

El mapa no es el territorio ni tampoco el pensamiento. Es una guía de escritura, para no perderse. El resultado final no tiene por qué cuadrar con lo previsto pero, desde luego, mal vamos si no tenemos una idea clara de lo que queremos expresar.

No olvides que el mapa es para tí, que lo tienes que hacer en un folio y cuanto más «plástico», mejor. Ya tendrás tiempo de escribir.

2.- Listas de chequeo

Cuando llevas unos años en esto ves que hay asuntos que se repiten una y otra vez. Usa lista de chequeo y comprueba el estado de los flaps antes de despegar, campeón.

3.- Pomodoros

Si, se llaman así; usa los pomodoros: 25 minutos de sprint mental y 5 de descanso. 25 y 5, esa es la proporción. Algo así como las series de los runners.

4.- Usa fichas

Para los trabajos de más envergadura, una idea una ficha; cuando te pones a redactar, las ordenas sobre la mesa (como los juegos de naipes que llaman solitarios) y cada idea te puede servir de título para cada apartado del escrito. En nuestro caso, hechos separados convenientemente por párrafos, fundamentos de derecho en su sitio y el «petitum», lo más importante, claro y preciso. Es un error esperar al final, cuando llegas con la lengua fuera, para redactarlo.

Y es que un escrito se lee de principio a fin, pero no tienes por qué concebirlo así. Me remito a lo de los mapas mentales.

5.- Un último consejo: lo perfecto siempre es enemigo de lo bueno y peor que presentar escrito con erratas es no llegar a presentarlo porque se te pase plazo. Ya tendrás tiempo de ganar el Pulitzer de los abogados.

Y si hay una errata, les presentas un escrito de aclaración. Donde las dan las toman.

 

 

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ERRARE HUMANUN EST (¿QUIÉN DOBLA TU PARACAÍDAS?)

06 viernes Mar 2015

Posted by Time Advocate in CALIDAD, INSPIRACIÓN, ORGANIZACIÓN

≈ 3 comentarios

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Charles PLUMB, CORRESPONSABILIDAD, paracaidas, SUPERVISIÓN CRUZADA

En toda organización que trabaja con personas es inevitable encontrarse fallos de esos que llamamos “humanos”.

A pesar de dejar bien definidos los objetivos y los procesos, a la hora de ejecutar las tareas que nos han sido asignadas parece que es intrínseco a nuestra naturaleza cometer errores.

Claro que, por otro lado, hay errores y errores: no todos tienen las mismas consecuencias y algunas pueden ser catastróficas.

No quiero ni pensar lo que le puede suponer a un astronauta una “tontería” como la de que los ingenieros confundan pulgadas por centímetros, por poner un ejemplo, en el momento de diseñar la nave.

Después de pasar una auditoría de recertificación se nos comenta que, bajo el punto de vista de la norma de calidad, no es aceptable -de ninguna manera- culpar en exclusiva al empleado: “Si ha habido un fallo tiene que haber algún tipo de causa que también tenga que ver con el proceso”.

Estamos pensando en un despacho profesional, con una organización pequeña y con unos pocos empleados, no en una factoría donde hay capataces, supervisores, auditores…

¿Qué hacer, entonces?

Se nos comenta la posibilidad de establecer supervisión cruzada entre empleados con puestos similares.

Empiezo a investigar y donde primero encuentro información es en el ámbito de la salud, donde los manuales cuidan mucho la objetividad del proceso y donde se dice que ese tipo de supervisión cruzada disminuye “el sesgo de la propia auto aplicación”. Vale.

Con ser buena la idea, me gusta todavía más el símil de “doblar el paracaídas”, a partir de una historia que se cuenta en la red.

Hay discusión de si es apócrifa o real. De hecho he encontrado versiones que hablan de un piloto llamado “Carlos”, que habría operado en la Guerra de las Malvinas.

Buceando un poquito más encuentras la original, protagonizada por Charles PLUMB (la puedes consultar aquí: http://speaker.charlieplumb.com/about-captain/parachute-story/).

En síntesis, la historia habla de un veterano de guerra norteamericano, piloto de la Marina, cuyo avión fue abatido durante una misión en Vietnam; antes de estrellarse, pudo abrir su paracaídas y fue capturado por el enemigo.

Estuvo encarcelado como prisionero de guerra durante 6 años (de 1967 a 1973); después de ser liberado se dedicó a dar charlas y trabajar de consultor enseñando que lo que aprendió de su cautiverio se puede aplicar a la vida cotidiana.

Unas de las historias que cuenta es que un día, mientras estaba comiendo en un restaurante, se le acercó una persona, y le preguntó si era Charles Plumb:

-«Hola, usted es Charles Plumb, ex piloto en Vietnam y fue derribado por el enemigo, ¿verdad?»

-«Y usted, ¿cómo sabe eso?», le preguntó Plumb.

-«Porque yo doblaba y empaquetaba los paracaídas de su división; y parece que el suyo funcionó bien».

PLUMB emocionado y con mucha  gratitud le respondió: «-Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí».

Aquella noche, PLUMB no podía conciliar el sueño, se preguntaba cuántas veces había visto en el portaaviones a aquel hombre y nunca le había dirigido un saludo; se dio cuenta de que había sido una persona arrogante y orgullosa frente a este humilde y servicial marinero.

Pensó, también, en todo el tiempo que aquel marinero pasó en el barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de personas que quizás no conocía.

Desde aquel día Plumb comienza sus conferencias preguntando a su audiencia:

¿Quién dobló hoy tu paracaídas?

Y es que todas las tareas son importantes. Que se lo digan, si no, a JFK, que cuando visitaba Cabo Cañaveral, preguntó qué función tenía a un tipo que estaba fregando el suelo y éste le contestó:

Ayudo a que el hombre llegue a la Luna

Historias que se cuentan como ejemplo para valorar el trabajo de los que nos rodean y que mí me sirven como inspiración: mejora el proceso y establece que sea el compañero “el que le doble al otro el paracaídas”; estoy seguro de que, sin llegar a eliminarlos totalmente, se minimizarán los errores.

Es una suerte de “cuatro ojos ven más que dos” de toda la vida, pero contado desde otro punto de vista: el de la corresponsabilidad.

 

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EL ABOGADO EFICAZ EN 10 CLAVES

06 viernes Feb 2015

Posted by Time Advocate in CALIDAD, EXCELENCIA, ORGANIZACIÓN

≈ 7 comentarios

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agenda, calidad, CERVANTES, deontología, eficacia, estrategia, excelencia, herramientas, lenguaje no verbal, lista de chequeo, mapas mentales, mejora continua, Oscar WILDE, PICASSO, plazos, proactividad, productividad, retroalimentación, tiempo

Ahí van mis diez claves para ser un abogado eficaz:

 

1.- EL ABOGADO EFICAZ SABE IMPROVISAR Y ADAPTARSE. DEDICA HORAS A LA FORMACIÓN Y RECICLAJE

«¡Somos silenciosos, somos rápidos, somos mortales!” “Me pagan por improvisar, por adaptarme, por vencer” (Sargento de Artillería T. Highway en “El Sargento de Hierro”)

El talento se entrena.

Ningún atleta, músico, genio científico u hombre de negocios ha conquistado el éxito sólo a base de suerte y talento. Ni siquiera Mozart.

La regla de las 10.000 horas sostiene que, para alcanzar el máximo rendimiento, se requiere el equivalente a unas tres horas de práctica por día durante diez años.

Los Beatles iniciaron su carrera en bares nocturnos de Hamburgo, donde tenían que tocar ocho horas de corrido todas las noches para un público cambiante. Lo hicieron durante 270 noches antes de 1964, el año de su primer éxito (Malcom Gladwell – “Fueras de serie”).

La improvisación se trabaja y se prepara: se deja lo menos posible al azar.

Y nunca olvides los planes alternativos: el plan “B”, el “C” (mira si tiene letras en el abecedario).

 Si vienen las musas, que me pillen trabajando (Picasso)

 

2.- EL ABOGADO EFICAZ CUIDA SU APARIENCIA Y LA DE SU DESPACHO

Cuida la apariencia, cuida los detalles y eso va desde la ropa que viste hasta el despacho.

Si habla como un abogado, viste como un abogado y camina como un abogado, entonces será un abogado

El buen profesional no defrauda las expectativas.

Es de cajón cuidar la ortografía (por eso se nos llama “letrados” ¿no?) y la oratoria.

Y cómo no, tiene que estar más atento -si cabe- a la comunicación no verbal que, como es sabido, supone el 55% de cada mensaje, por encima de las palabras (el 7%) y de la voz (38%).

 

3.- EL ABOGADO EFICAZ RESPETA LAS NORMAS, LAS LEYES PROCESALES, LOS PROTOCOLOS Y LA DEONTOLOGIA

No se trata de ser un santón o un pardillo; es una estrategia a corto y largo plazo que evita problemas: está todo estudiado; es seguir el consejo de los que nos han precedido en la profesión más antigua del mundo.

En caso de duda, es más fácil equivocarse por “innovar” en este aspecto profesional, con consecuencias que pueden ser fatales.

 

4.- EL ABOGADO EFICAZ TRABAJA LA PROACTIVIDAD Y LA RETROALIMENTACION

Se adelanta a los problemas antes de que aparezcan.

Estudia el fracaso; siempre se aprende más de una derrota que de una victoria.

Pasa cuestionario de satisfacción, evalúa su trabajo y el de sus compañeros, proveedores, colaboradores.

Y no olvida la regla de que “una queja de un cliente es un tesoro”.

 

5.- EL ABOGADO EFICAZ FIJA CON CLARIDAD LOS HONORARIOS

Un cliente no se puede convertir en un contrario, ni derivarlo a un caso en una jura de cuentas.

Antes de trabajar, conviene fijar unas normas, cumplirlas y hacerlas cumplir.

 

6.- EL ABOGADO EFICAZ OBSERVA LOS PLAZOS, TRABAJA CON PUNTUALIDAD. GESTIONA SU TIEMPO

Los plazos procesales son improrrogables.

Sobre todo los que se les aplican a los abogados, puesto que los tribunales tienen manga ancha para fijarse ellos mismos sus señalamientos. Nosotros no tenemos esa capacidad.

Hay que estar en alerta permanente frente a los ladrones de tiempo.

La puntualidad es la cortesía de los reyes.

Aprovecha las herramientas: aprende a usar la agenda, los mapas mentales, las listas de chequeo…

Recuerda lo que dicen de nosotros:

«¿Por qué el abogado se lo deja todo para el último día (de plazo)? Porque si tuviera uno más de gracia se lo dejaría para el siguiente».

 

7.- EL ABOGADO EFICAZ NO DA NUNCA NADA POR SUPUESTO, LO PONE EN DUDA TODO

Así evitamos sorpresas.

Prepara juicios con cliente, testigos y peritos.

Ellos no saben de qué va esto, ni lo damos nunca por supuesto.

Jamás dice eso de que “este juicio está ganado”. Ni siquiera después de celebrada la vista.

Conozco un abogado, buen amigo mío, que al salir de la sala de vistas se apostó el brazo a que el juicio lo había ganado…

Si no llega a ser porque ganó la apelación, ese abogado ahora mismo estaría escribiendo este post como Cervantes.

 

8.- EL ABOGADO EFICAZ DA MAS POR MENOS

Siempre hay que dar más de lo que se espera, superar las expectativas.

Y eso va desde el caramelo en recepción, primer detalle a la entrada, a lo que llamo “servicio postventa”: no basta con ganar una sentencia; indica a tu cliente, por ejemplo, los trámites derivados de reinscribir una finca, las consecuencias fiscales; regala asesoramiento adicional… no está incluido en el encargo pero el cliente no lo va a olvidar.

Precisamente por eso.

 

9.- EL ABOGADO EFICAZ CUIDA LA CLIENTELA, LOS CONTACTOS Y EL NETWORKING

Se aprende bien los nombres de pila, “el sonido más hermoso”.

Practica la escucha activa.

Ejercita el “músculo” de la paciencia.

Atiende con cortesía y empatiza con el cliente.

Pero…

Un cliente no tiene por qué ser un amigo; un abogado no confunde conceptos, establece barreras y líneas rojas que no deben traspasarse.

Me encanta cómo contesta El Sr. Lobo en “Pulp Fiction”, después de que le feliciten por su trabajo (“Bueno, pero no empecemos a chuparnos las …, todavía”)

 

10.- EL ABOGADO EFICAZ VIVE EN LA PERPETUA INSATISFACCION

El entorno es cambiante, siempre hay que plantearse el porqué de las cosas, si se pueden mejorar procesos, si se pueden hacer de otra manera; el abogado eficaz siempre busca la excelencia y está en la mejora continua.

Si no tienes implantado ya un sistema de gestión de calidad orientado a la satisfacción del cliente procúrate, al menos, algo similar.

 

Y para finalizar, a modo de resumen, me quedo con una cita de Oscar Wilde:

 No soy lo suficientemente joven como para pensar que ya lo sé todo

 

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NADA ES PARA SIEMPRE

31 miércoles Dic 2014

Posted by Time Advocate in ORGANIZACIÓN

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arrendamientos, pactar, plazo, proactivo, procrastinación

Esta noche, mientras que los móviles echan humo y el personal brinda celebrando el cambio de fecha, se producirá la extinción de un sinfín de contratos de arrendamiento de negocio, todo por aplicación de una previsión contenida en las disposiciones transitorias de la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994. Y es que veinte años no son nada.

No ha faltado una tímida campaña en los medios de comunicación que abogaba a favor del comercio tradicional: denunciaba que con esa medida iban a cerrar muchos negocios y, con ello, deprimir -aún más- el centro histórico de muchas ciudades.

Y yo que pensaba que el milenarismo se acabó el año que pasamos el llamado “efecto dos mil”.

Alguno se lamenta ahora, pero estoy seguro que, en su día, veinte años le pareció mucho tiempo.

Me pongo en lugar del propietario o, mejor dicho, del heredero del propietario (habrá unos cuantos que, con tanta prórroga, jamás han vuelto a recuperar la posesión del local) y pienso que lo más inteligente, desde el punto de vista del arrendatario, hubiera sido negociar mucho antes (AÑOS antes) de que se aplicara la norma, ofreciendo subir la renta a cambio de alargar la vigencia del contrato.

Esto es, actuar de forma proactiva: en lugar de esperar a que se cumpliera el escenario legal, revertirlo y pactar uno específico para cada situación.

Porque esa misma ley de la que se abomina estableció la libertad de pacto y nada impedía un acuerdo justo entre ambas partes.

Claro que también entiendo que tener un local en el centro de la ciudad por cuatro chavos debería suponer un incentivo irresistible para ponerse la venda en los ojos y no querer ver que había una última estación, llamada «fin de trayecto». El corto plazo y el beneficio inmediato sobre el largo plazo o la visión estratégica.

Podría hablarse de un caso de «procrastinación jurídica» aunque mi abuela diría, simplemente, que de aquellos polvos estos lodos.

Lo dicho, veinte años no son nada, seguiremos brindando y cayendo -una vez y otra- en los mismos vicios de siempre.

Por lo visto va en nuestro ADN.

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