Etiquetas

, , , , , , , , , ,

«Hawaii-Bombay
Son dos paraísos
Que a veces yo
Me monto en mi piso
Hawaii-Bombay
Son de lo que no hay
Hawaii-Bombay
Me meto en el baño
Le pongo sal
Me hago unos largos
Para nadar
Lo mejor es el mar
Al ponerme el bañador
Me pregunto
Cuando podré ir a Hawaii
Al untarme el bronceador
Me pregunto
Cuándo podre ir a Bombay»
(MECANO – «Hawaii-Bombay«)

 

 

El chiste es viejo, pero está más de moda que nunca. Por aquello de los tele-deberes, claro.

-Papá, ¿dónde están los Pirineos?

-Mmmm… eso pregúntaselo a tu madre que es la que guarda las cosas.

Cuando éramos críos nuestra madre era una especie de «Wikipedia con patas»; eso y, además, cocinera, estilista, enfermera, economista, experta en logística y almacenaje…

Fueron las madres las precursoras del «personal trainer», pues ellas son las primeras que te enseñaron a correr (a base de zapatillazos, por supuesto).

Una vez me regalaron un cobertor (¿se dice así?) para la cama, muy chulo, de color marrón que, además de decorar, me calienta las piernas en invierno.

Yo le llamo «la piel del león». Porque eso parece. Algunas veces me arrebujo con él y me siento un poco, cómo lo diría, ¿cavernícola?

Me lo compraron en una tienda de estas que llaman «Natura».

En la etiqueta ponía que se lavaba a no-sé-cuántos grados, con detergente no-se-cual y, esto es literal, lo juro, terminaba con esta indicación: «Si tienes dudas, mejor se lo preguntas a tu madre». O algo parecido. «Namasté, baby» y se quedaron tan panchos.

Hablo de memoria porque, después del primer lavado, se perdió la etiqueta.

En este tiempo «suspendidito» (en diminutivo porque estamos ya de romería…, digo, en Fase I), aparte de darme por escribir estas boludeces -como dicen allá en Ultramar-, he estado entretenido con mis plantas.

Creo que se nota: me he resignado ya a bajar al trastero ese trolley «con medida especial para cabina de avión» que siempre he tenido preparado para salir corriendo (mejor, volando) a la más mínima ocasión. La verdad es que ya no soporto los ojitos que me pone para que lo saque de paseo; pero cualquiera le dice que lo de viajar se ha acabado por una buena temporada.

Que ahora toca introspección, mirarse hacia adentro. Y tener el «roalico» donde nos hemos confinado lo más decente -y confortable- posible.

No veas cómo se están forrando los bricobazares, los de los viveros y los de las piscinas portátiles. Cuando una crisis menea de esa manera los cimientos de todo, en la mesa de juego no solo hay perdedores.

El caso es que ahora le pregunto a mi madre que me aconseje sobre el riego, sobre el abono y hasta dónde situar cada planta; por los cuidados -en definitiva- de mis nuevas amigas, a lo que ella me responde:

-Míralo en internet y no me enredes, hijo, que estoy con el «apalabrados».

-Vale -asiento.

-Ah, y cuando escribas en el blog pon «sustrato», que queda mejor sin la «b».

-De acuerdo, profe.

Y allá que la dejo tranquila, con su tablet, su e-book y sus cosicas digitales.

«Tiempos modernos», que diría Chaplin.