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Después de sesenta y tres días de tiempo suspendido, apenas se oyen aplausos. Quizá los de los clientes llamando a los camareros en los bares. Y poco más.
La indignación deja paso a la perplejidad. Y la perplejidad, al hastío.
Dicen que Murcia es la región donde menos contagios hay pero, al mismo tiempo, donde más se saltan los confinamientos. Es la comidilla. La confianza mató al gato, que no se nos olvide.
Para los que se lo preguntan, el TSJ de Murcia, a día de hoy, baraja como posible fecha de reactivación judicial la del 10 de junio, la de la hipotética reactivación de plazos. Justo después del Día de la Región. Pero es mera especulación, no hay nada seguro y todo depende de si se prorroga o no el estado de alarma.
Al bajar a tirar la basura me econtré un zagal en patinete, con sudadera, capucha y máscara. Era un repartidor de «Glovoo».
Ni juzgo ni censuro. Al menos el chaval tiene un curro. Pero no deja de ser llamativo.
Las colas para pedir alimento aumentan día a día y otros pueden pedir que les traigan una hamburguesa en patinete. A lo mejor la pide alguien que en su trabajo extrema la seguridad pero, sin embargo, ¿que garantía tiene de que no le han estornudado en la lechuga? Bueno, eso siempre ha pasado, pero es que antes no te podían contagiar el coronavirus.
Después de sesenta y tres días en estado de alarma uno tiene la tentación de cerrar aquí esta especie de diario. No siempre se tienen las mismas ideas y, por qué no decirlo, las mismas ganas.
Pero hacerlo sería alinearme junto a los que dan por terminada esta crisis.
Cuando hay una guerra es importante saber en qué lado te sitúas.
Y desde luego, yo lo sigo teniendo claro.