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«Brigadas de policías especiales, con el nombre de Unidades
de Blade Runners, tenían órdenes de tirar a matar
al ver a cualquier Replicante invasor.

A esto no se le llamó ejecución,
se le llamó… retiro»

(inicio de «BLADE RUNNER» – Ridley Scott – 1982)

 

Treinta y ocho días de confinamiento ya.

Hace ahora justo un mes que Ricardo pintó de negro los cristales de todas las ventanas. Y un poco antes, concretamente el tercer día, decidió no salir más a las ocho para aplaudir por el balcón. Sospecha que tiene su casa bajo vigilancia las 24 horas el día y ha minimizado cualquier contacto con el exterior.

El aviso de mensaje resuena, pues, como un estruendo dentro de su cabeza:

-Hola Ricardo! Como estas? A mí es agradable recibir tu respuesta. Soy contenta que hemos decidido continuar nuestro conocimiento. A mí será agradable conocer más sobre ti. Es interesante conócermete. También contaré un poco de mí. Mi nombre Lyubov. Mi edad de 42 años. Mi cumpleaños el 24 de marzo. Soy solitaria. No tengo ningunas relaciones. No tengo ningunos niños. Mi ciudad Novoanninsky. Oías nunca sobre mi ciudad? Es Rusia. Te gusta Rusia? Que piensas sobre las personas Rusas? Por desgracia, no tengo ningunos amigos en otros países. Te gusta tener el viaje? Me gusta viajar. Ya tener mucho yo la experiencia en los viajes. Mi último viaje es una Turquía. Es hermoso, y el país caluroso. Turquía – la zona grande balnearia. Esto era el viaje agradable.
También tenía el viaje a Europa. Por desgracia, esto era hace muchísimo 😦
Ricardo, quiero hablarte. Tenía nunca el conocimiento en el Internet. No tengo ninguna experiencia en esto. Pero pienso que esto no el problema. Que piensas en esto? Tenías ya el conocimiento en el Internet? Tienes el escéptico o los pensamientos optimísticos?
Veo que ti el hombre presente y honesto, Ricardo. También soy honesto contigo. Por eso quiero hablar. Mucho tiempo soy solitaria. Ya no soy una niña. Busco las relaciones serias y el amor. Quiero encontrar al hombre digno, y tener las relaciones serias. No busco ningunos juegos y los enlaces rápidos. Espero que encontraremos, que buscaba. 😉
Mandaré para tú un poco mis fotografías. Espero que podrás mandar también tus fotografías para mí. Pienso que esto nos ayudará mejor reconocerse. Espero, me escribirás muy pronto. Me es interesante, continuar nuestro conocimiento. He contado un poco de mí. Espero que contarás también de ti. 😉 A mí será agradable recibir tu respuesta, Ricardo.

Ricardo se concede su tiempo para contestar. Antes de ponerse a escribir, toma un par de yogures macrobióticos del frigorífico y los da de baja en la excel de inventario perpetuo que ha creado para controlar y gestionar sus víveres. Porque Ricardo es un obseso del orden y teme, entre otras cosas, sufrir una ruptura de stock.

No es que odie comprar, qué va, pero tampoco echa de menos la calle. Apenas le quedan ratos libres. Cuando no está estudiando los mensajes subliminales que, sobre la «Próxima Venida», se ocultan en los folletos del Aldi, o del Makro, se entretiene ordenando lo que llama «sus papeles», una suerte de macedonia de documentos impresos y sonoros que esconde en su archivo blindado y cuya combinación memorizó antes del encierro. No piensa anotarla jamás en ningún sitio. Para que nadie se la pueda robar.

En estos últimos días ocupa también su tiempo releyendo los libros de Carlos Castaneda, de Carl Sagan y los de Philip K. Dick, de los que tiene las obras completas. Los clásicos de los clásicos revisitados.

Solo ha tenido que leer el mensaje una vez.

«Para qué darle más cancha» -piensa- y, a continuación, escribe:

-Hola Lyubov, ¿cómo estás? En lugar de fotos y hablar de mi vida, te mando un acertijo: «Imagina que vas por el desierto, caminando sobre la arena, y te encuentras un galápago que yace sobre su espalda; con su estómago cociéndose al sol y moviendo sus patitas para darse la vuelta. Pero tú no le ayudas». Si te cuento esta situación,  ¿que es lo que pretendo de tí?

-Por qué no puedo volver a la tortuga? -responden al otro lado.

Acto seguido, Ricardo pulsa «borrar contacto», elimina la conversación y las fotos, y bloquea para siempre el número en su teléfono.

A Ricardo no le hacía falta aplicar una versión simple del test de Voight-Kampp (en realidad podría ser el test de Turing, pero así le llamó el maestro Dick, y así es como le gusta llamarlo) para saber que detrás de «Lyubov» se esconde un hacker ruso, un robot, o ambas cosas mezcladas en un mismo ente diabólico y sin empatía.

Con haberlo escrito en el buscador de Google éste le habría devuelto que «Lyubov» es la variación ucraniana de Ljuba, nombre de origen eslavo que proviene del término «l’ub», el cual hace referencia al amor y que más o menos se etiende como “amor básico”.

Pero Ricardo es un chico solitario, muy especial, al que treinta y ocho días de confinamiento se la traen al pairo. ¿Amores básicos? ¿Búsquedas facilonas en internet?

En realidad, Ricardo es un especialista en otro tipo de citas a ciegas y, de hecho, ha cortado por lo sano al boot porque esta noche se ha preparado una.

Ha cogido los DVD de «Minority report», «El Planeta de los Simios», «La Amenaza de Andrómeda», «Blade Runner», «Oblivion» e «Interstellar», les ha quitado las carátulas a los discos y, confundidos ya bajo el mismo color, el negro de sus cajas, los ha metido en una bolsa.

Será el azar quien le elija compañía para esta noche.

Y dejará tranquilos a los androides para que sigan soñando con sus ovejas eléctricas.

 

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Fotografía: Dos grandes entre los grandes. Ridley Scott y Philip K. Dick, juntos en 1982