Y esto es la vida, hijo.
Sí, este finde estaba pasando canales de forma distraída mientras mi hijo -que ya no ve la tele ni por equivocación- levantó la cabeza de su ordenador y me miró de forma cómplice. Pasaban, una vez más, “300” y estábamos ante la famosa escena.
Nos quedamos paralizados, atentos, conteniendo el aliento. Esa es la magia del cine.
Con una coreografía que nunca habíamos ensayado, asentimos, mostrando nuestra conformidad a la vez que la mujer de Leónidas, y ello justo un instante antes de que éste pateara y gritara lo de “ESTO ES ESPARTAAA”.
Pero la complicidad no quedaba ahí, puesto que descubrí que mi hijo se hacía la misma pregunta que yo:
-Papi, a dónde conduce ese abismo, dónde acaban los que caen por él…
La verdad es que me había hecho siempre la misma pregunta, pero no hay respuesta. Nadie lo sabe con certeza… a menos que se caiga en él.
La mención a “tierra y agua” evoca un pozo. En realidad, es un recurso cinematográfico porque solo al que asó la manteca se le ocurre poner un agujero tan peligroso en medio de un palacio real.
Aun así, la pregunta tiene su miga.
Salta al abismo quien comete el sacrilegio (“blasfemia”, dice) de asesinar a unos diplomáticos, por muy agresivas y ofensivas que fueran sus propuestas.
Se enfrenta al abismo quien en su vida sabe que cruza una línea roja, que toma una decisión a sabiendas de que no hay marcha atrás.
Antes de que a la señora Oprah WINFREY la elogiaran por su discurso contra el acoso sexual, ya me había hecho anotar una frase que se le atribuye y que habla del coraje:
Haz eso que piensas que no puedas hacer. Falla en ello. Inténtalo de nuevo. Las únicas personas que nunca caen al vacío son aquellas que nunca se suben a la cuerda floja
Y es que los necios actúan sin considerar las consecuencias; los cobardes, por miedo a ellas. Solo los valientes actúan a pesar de las consecuencias.
Esto es Esparta, hijo.